Señor Nicolás

5.1K 773 66
                                    

               Narrado por Jimin

   Al despertar, lo primero que hice fue ir al centro de salud y tomar un maletín con medicamentos cognitivos. Trataría de ayudar al anciano y mejorar al menos temporalmente su demencia.

Necesitaba más respuestas a mis dudas y creo que él podría dármelas. De no ser así, me iré de aquí. Me siento impotente al no poder ayudar en nada y toda esta situación es desgastante.

Recorrí el camino memorizado y llegué a la pequeña cabaña a dónde ví entrar al señor Nicolás ayer.

Toqué varias veces la puerta y salió sosteniendo su bastón — Buenos días, jovencito — me saludó amablemente — ¿En qué puedo ayudarlo?

— Muy buen día, vengo del centro de salud. Le traigo algunas medicinas que le ayudarán muchísimo con su bienestar.

   El anciano se vió contento y me abrió la puerta dejándome pasar — Adelante.

Puse mi maletín sobre una mesa y le pedí que tomara asiento — Comenzaré tomando su tensión arterial ¿Está bien?

— Nadie nunca había venido a cuidar de mí — dijo y me dió un profundo pesar que un hombre de su edad estuviera tan solo.

— Ahora me tiene a mí — dije colocando el aparato en su brazo para comenzar a bombear — está en un nivel un poco alto... Estabilicemos — le inyecté algo de galantamina vía sanguínea. Eso le ayudaría a mantenerse más cuerdo y procuraría darle el medicamento a diario — ¿Cómo se siente?

— Me siento muy bien.

— Debe alimentarse mejor, caminar por las mañanas y tenga esto — le entregué una libreta con bolígrafos de colores — Escriba cosas que recuerde durante el día, le ayudará mucho con su memoria.

— ¿Es usted nuevo en el pueblo? — me preguntó por tercera vez desde que lo conozco.

— Sí, soy un nuevo doctor en la zona.

— Debes de tener cuidado. No salgas de noche y si lo haces no te alejes de las zonas donde haya mucha luz. A ellos le gusta cazar en la oscuridad.

A esto era lo que quería llegar — ¿A qué se refiere?

— Existen híbridos buenos e híbridos malos; de esos que no les importa matarte con tal de calmar su hambre. Hay otros que saben controlarse perfectamente y pueden parecer personas normales. Pero no te dejes engañar.

— Hábleme más acerca de eso — pedí prestando atención a todo lo que me decía.

— Mi padre... su pecado fue enamorarse de una de su especie, se ganó muchos enemigos por eso.

— ¿Ellos están aquí en el pueblo?

— Lo están... Hay una zona por el lado norte donde se dice que se reúnen antes de salir a cazar. Esa parte del pueblo tiene prohibido el paso. Si preguntas, te dirán que es por el acantilado, pero eso es falso. Muchos saben lo que ocurre pero prefieren vivir callados por miedo.

— ¿Cómo puedo llegar ahí?

— ¿Quieres morir a caso?

No mentiré, me espanté muchísimo por la forma en que me preguntó eso — Quiero saber más sobre ellos, mucha gente está muriendo y necesito confirmar si no es un animal infectado y de verdad hay seres sobrenaturales que cometen esos actos.

— Lamento decir esto pero no me sé el camino, te prepararé café, en agradecimiento por venir a cuidarme — se puso de pie con dificultad dejándome con la palabra en la boca. Al menos tenía más información.

  Después de beberme el horrible café que me hizo con sal en vez de azúcar, me despedí recordándole usar la libreta. Por la noche vendría de nuevo a ponerle la inyección.

Estuve un buen rato en el consultorio esperando noticias o que algo pasara y simplemente nada ocurría. Seguían apareciendo animales muertos por todos lados pero no había fallecido ningún otro humano.

Pensaba si mi viaje hasta aquí había sido en vano, pero recordé al hermoso pelinegro que jugaba con mi cordura y supe que por algo estaba el destino me había llevado a este pueblo.

Tal vez estaba escrito conocerlo.

  Me reí de mí mismo porque no creo en esas mierdas, ni en el destino ni en los malditos vampiros. Tenía que haber una explicación más lógica.

Un alboroto se escuchó afuera y salí a ver qué pasaba. Un grupo de hombres discutía porque no querían seguir trabajando en las guardias nocturnas. Temían por su vida y no era para menos.

Taehyung trataba de calmar la situación pero los aldeanos estaban furiosos al no tener ningún resultado positivo. Se les estaba muriendo el ganado que les daba de comer y no sabían qué más hacer.

Hoseok se me acercó y me jaló a un lado para hablar conmigo en privado — Todo se está saliendo de control, Tae y yo no sabemos por cuánto tiempo más podremos estar aquí. Él tiene cosas qué hacer y yo también. Pensamos que esto sería solo un par de días pero no tenemos nada. Nada más gente asustada y animales muertos. Tú también deberías volver a tu hogar, que resuelvan ellos su mierda.

— Me comprometí en ayudarnos — sus palabras y desánimo me hicieron caer en cuenta que lo que decía era cierto, no estábamos llegando a nada — hagamos hoy una última ronda en el bosque, conozco a un anciano que sabe mucho sobre el tema pero es tan difícil que me cuente... A las ocho iré de nuevo a darle una medicina y espero conseguir algo más. Por favor — rogué.

— ¿Y qué pasa si de verdad son vampiros o gente poseída por el demonio? ¿Cómo carajos vamos a poder con ellos? Tú viste como nos lanzaron ese jabalí que casi nos mata, Jimin, no eres Dios. No puedes hacer milagros por ellos. Y nosotros tampoco. Por la mañana nos iremos, esta es nuestra última noche aquí.

Salió del lugar dejándome solo.
Joder... Todo se estaba yendo a la mierda.

   Al caer la noche, volví a casa de Nicolás, tenía que inyectarlo nuevamente. Toqué varias veces y él salió a recibirme — Hola, has vuelto — me sorprendió saber que me recordaba.

— ¿Sabe quién soy?

— Sí... El amable doctor.

— Vine por su inyección — dije con una gran sonrisa.

Me adentré en su casa llevándome la segunda sorpresa de la noche.

   Habían hojas pegadas por todos lados, algunas tenían frases, otras tenían palabras y algunas muy escasas tenían dibujos.

Le puse la dosis y lo ví como tomó la libreta y se puso a dibujar.

Me acerqué a la pared y leí lo que en ella decía:

- Sangre

- Inmortal

- Fuertes

- Rápidos

- Malos

- No puede concebir

- Déjame ser como tú

Una hoja tenía un dibujo, se veía una cerca y detrás una colina, me llamó mucho la atención — ¿Qué es esto, Señor Nicolás?

Me miró y sonrió — Es su casa, ahí vive mi amada Jein.

¿Quién?

— Ellos la separaron de mí, solo porque no soy de su clase. Yo envejecí y ella siguió tan joven y hermosa como siempre.

Y ahí caí en cuenta...

La historia del padre de Nicolás no existía. Me estaba relatando su propia vida.


IN THE WOODS (KOOKMIN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora