El cuarto de juegos

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   A penas volvimos a su casa me tomó de la mano para subir las escaleras, me dí cuenta de que no estábamos yendo a la habitación y me puse nervioso. El agarre era fuerte, miré sus manos deseando tener cada dedo dentro de mí, tan largos y atractivos.

 No sé si ahora, por el vínculo que teníamos todo era más intenso pero sentía que emanaba un olor distinto, más fuerte y creo que era de excitación.

Abrió una puerta al final del pasillo y me permitió entrar primero. Estaba totalmente oscuro pero podía ver todo con claridad, lo sentí pegarse a mi cuerpo desde atrás y hablarme en el oido erizando todo a su paso — Bienvenido a mi cuarto de juegos... Hace tiempo te dije que mi forma de follar no era la habitual; así que aprovechando lo ansioso que estás por tenerme dentro de tu lindo culo, te enseñaré cómo es que me gusta.

Mi pecho subía y bajaba erráticamente. Estaba nervioso y asustado pero más que eso estaba caliente. Quería ser vilmente usado y follado hasta perder la razón.

   Encendió la luz aunque no hacía falta. Era tenue y con eso pude apreciar mejor los detalles en cuero y color vino muy escaso.

Habían máquinas y estantes con todo tipo de cosas que nunca había visto — ¿Q-qué es todo esto? — pregunté con el líbido por lo alto.

— Son mis juguetes, solo que los usaré en ti ¿Quieres?

Asentí.

— Bien... Chico bueno — me felicitó por alguna extraña razón. Por los hombros bajó mi chaqueta hasta dejarla caer al piso y luego me hizo levantar los brazos para sacar la camisa. El frío del lugar acarició la piel de mi pecho endureciendo mis pezones — no te muevas — ordenó caminando por la habitación buscando quien sabe qué cosa hasta volver y quedar frente a mí — esto puede que duela un poco pero quiero que confíes en mí. Empezaremos suave ¿Ok?

Asentí de nuevo, no podía hablar. Cuánto mucho si abría la boca iba a gemir cómo perra en celo.

Jungkook pellizcó mis protuberancias antes de lámerlas y mórderlas. Mi cuerpo temblaba, amaba eso, amaba como se sentía su boca sobre mis tetillas, no había comenzado muy bien cuando mi pene ya estaba que explotaba. Los soltó y puso una pinza que parecía tener pequeños dientes en mi areola. Dolió levemente pero era soportable solo hacían presión. Hizo lo mismo en el otro — Te quedan hermosos, lo supe desde la primera vez que los ví... Tan rosados y pequeños.

Sus palabras y formas de mirarme me tenían chorreando por todos lados. Me atrapó por la nuca con una mano y me besó hambriéntamente liberando en el proceso mi falo para masturbarlo.

— Eres mi sumiso el día de hoy. Yo soy tu dominante, solo seguirás mis órdenes y me encargaré de que tengas el mejor orgasmo de tu vida — sacó de su bolsillo algo que colocó en mis testículos y lo cerró. Los apretaba de una forma deliciosa.

— ¿Qué es? — pregunté curioso al ver el cuero al rededor de mis testículos, mientras él sostenía una pequeña correa que este traía.

— Es un contenedor: hará que retengas el esperma por más tiempo.

   Joder...

Apretó mis nalgas y bajó el pantalón por completo hasta ponerse de rodillas y sacar cada zapato junto a la tela. Me sentía tan pequeño.

Desde esa posición lamió la cabeza de mi polla y engulló haciéndome sexo oral de forma lenta mientras estrujaba cada glúteo.

Yo quería gemir y demostrarle lo mucho que lo disfrutaba pero me daba vergüenza que alguien en la casa me escuchara.

  Jungkook se paró y me cargó hasta una cama que ahí estaba, sacó unas cuerdas del gavetero y me miró sonriendo, recordé como me había atado hace tiempo. Le mostré mis muñecas sabiendo lo que haría y me recompensó con un beso en cada una — Muy bien, precioso — ató mis dos manos juntas y las amarró en el espaldar de la cama. Estaba siendo estimulado por tantos lugares. Mis pezones dolían por la presión de las pinzas, mis bolas estaban aprisionadas por la correa que me había puesto y no podía mover los brazos.

Completamente desnudo en la cama con mi pene tan duro que no bajaba, sino que permanecía levantado.

Él me miró desde el pie de la cama y se fué abriendo cada botón de su camisa.

Su cuerpo siempre me iba a sorprender. Estaba tan malditamente bueno... Bajó su pantalón liberando aquel miembro tan mostruoso hasta quedar desnudo al igual que Yo.

Tomó algo que estaba encima de una mesa y le aplicó un líquido que no sé que era.

   Lo deslizó por su pene hasta dejarlo en el final y luego se acercó a hacer lo mismo con el mío — Te preguntarás qué es esto ¿No es así?

Asentí y se acercó para colocar su mano en mi cuello casi al punto de quitarme el aire —  Debes responder a mis preguntas. Si quieres algo debes pedirlo por favor y siempre llamarme "mi señor" ¿Entiendes?

— S-sí, mi señor — dije con dificultad. Soltó mi cuello y me besó los labios.

— Muy bien. Esto es un anillo. Va al final de tu miembro; hace que la erección sea más fuerte y vibra de una forma muy deliciosa. Este líquido que estoy aplicando es solo lubricante para que baje más fácil.

Se volvió a parar de la cama y sacó algo más para luego volver conmigo. Estaba ansioso, quería que me follara.

Abrió mis piernas de par en par, aplicó un líquido aceitoso proveniente de otra botellita y lo restregó por toda mi entrada — Este es un estimulante anal. Hará que tu precioso culo se contraiga muchas veces y me aprietes la polla cada vez que lo meta. Lo disfrutarás y lo disfrutaré. Quiero que sepas que esto es solo el comienzo y lo más suave que tengo para ofrecerte hoy.

Se acostó en la cama detrás de mí y acomodó mi cuerpo dándole la espalda para abrir mis piernas y meter sus dedos en mi entrada. Lamió y chupó mi cuello sin dejar de follarme con sus dígitos. Yo mordía mi labio para evitar gemir y él se dió cuenta de eso — ¿Por qué no estás gimiendo para mí?

— M-me da vergüenza que me escuchen en la casa, señor...

— Eso es inaceptable, bebé. Tienes que gemir para tu amo. Demostrarme qué tanto te gusta lo que te hago. Mis empleados no pueden decir nada y me importa una mierda que escuchen como maltrato tu culo.

— No sé si pueda hacerlo... Señor — la verdad me daba mucha pena gemir y después verlos a los ojos al salir de esta habitación. También me avergonzaba llamarlo señor pero algo dentro de mí me hacía sentir tan caliente al hacerlo.

— ¿Seguro? — sostuvo su pene con una mano sacando los dígitos de mi ano y restregó la cabeza de su polla por toda la entrada — Veamos cuánto aguantas sin gritar...








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