Capítulo 3

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Al día siguiente, las hermanas junto a los dos invitados decidieron salir al jardín a dar un paseo con los caballos. Y es que era algo que realmente habían echado de menos. Con el paso del tiempo, y debido a la vida que tiene el centro de la ciudad, habían dejado de acudir cada vez más a aquella casa, y por tanto, de disfrutar de ciertas actividades que anteriormente hacían de buen agrado.

Mientras estaban los cuatro montados, hablando alegremente de lo que habían estado haciendo durante todo ese tiempo que había pasado. Decidieron que era un buen momento para hacer una carrera.

— ¿Por qué no competimos por ver quién llega antes a la casa? —Preguntó Addison alegremente.

—Me parece bien. —Dijo Alyssa.

—A mí también. —Secundó Marianne.

— ¿Realmente queréis hacerlo cuando sabéis que yo voy a ser el que gane? —Preguntó el señor Rosewood divertido.

— ¿Y por qué no? —Se atrevió a preguntar la mediana de las Lockwood.

—Yo no estaría tan confiado si fuera usted. Por mucha experiencia que tenga montando a caballo, le recuerdo que mi hermana y yo hemos recorrido todo esto muchas más veces. —Quizás lo de muchas más veces era una exageración por parte de Addison, pero eso William no lo sabía.

—Bueno, si insisten. Pero después no se lamenten.

Los cuatro se colocaron en línea y miraron desde la lejanía hacia la dirección de la casa. A la de tres, salieron todos disparados, caballos incluidos, con la intención de llegar antes que ningún otro. William iba decidido pero Addison conocía un atajo así que se desvió de la dirección a la que los demás iban. Alyssa conocía ese camino, pero quería dejar que su hermana ganara. Quería que le diera una lección al futuro vizconde que se lo había tenido demasiado creído.

William iba cada vez más rápido y a la pequeña de las Lockwood no se la veía por ningún lado. Un poco más alejadas, Marianne y Alyssa hablaban alegremente:

—A mi hermano se le ve bastante decidido.

—Sí, pero yo no me confiaría.

—Pero si no se la ve.

—Ya, pero ha ido por otro camino que es más corto. Ya verá.

—Eso ha sido jugar con ventaja. —Se rió Marianne.

—Pues sí, pero teniendo en cuenta lo confiado que estaba su hermano, no lo veo muy mal si le acaba ganando.

—La verdad es que no. Se lo merece por creído.

Cuando las dos amigas llegaron por fin, pudieron ver cómo efectivamente Addison había llegado unos minutos antes que William. Los justos como para bajarse del caballo y esperarlos apoyado a él.

—Enhorabuena. —Le dijo éste.

—Gracias.

—Aunque ha hecho trampas.

— ¡Qué va! En ningún momento se dijo que tenía que ser por el mismo camino.

La joven se despidió y se metió dentro de la casa para asearse y cambiarse. Tanto ella como los demás estaban sudorosos.

—Vaya, hermanito, te han ganado.

—Eso ha sido porque yo no conozco ese camino ¿Usted lo sabía? —Le preguntó a Alyssa.

—Puede ser. —Dijo ésta sonriente mientras ayudaba a su amiga a bajarse del caballo.

—Debe enseñármelo para la próxima vez.

Por culpa de un cuadro y un pianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora