Al día siguiente había un baile por lo que en casa de las Lockwood no se esperaba ninguna visita. Addison se encontraba en su cuarto tranquilamente mirando la composición que Steven le había dejado y es que le daban ganas de ir al piano e intentar hacerlo también. Pero no estaba del todo segura de ser capaz de componer algo y es que el muchacho le había puesto el listón muy alto. La joven resopló indignada, siempre había estado muy segura de sí misma y ahora, ahora estaba comenzando a dudar.
Por otro lado, Alyssa se encontraba en el estudio pero a diferencia de lo que cabría esperar, no estaba pintando. Simplemente estaba ordenando los cuadros que había pintado, que no eran muchos, en la pared. Se dio cuenta que en el otro caballete estaba todavía el de James. Decidió dejarlo allí y ya cuando el joven volviera se lo daría. Después de colocar las cosas, fue hacia donde estaban las batas colgadas y es que tenía que pedir que se las lavaran. Miró la que el señor Sterling marcó el día anterior sin saber muy bien qué hacer. Sabía que si la lavaba seguiría la marca, no tan llamativa como ahora pero no se iría del todo. Sonrió y decidió dejarla ahí en su sitio. Era un buen recuerdo.
Cogió las demás batas y se dirigió a la cocina donde las dejaría para que las lavaran. Cuando volvió al estudio, William estaba allí mirando atentamente los cuadros que la joven había pintado.
— ¿Todos los ha pintado usted? —Preguntó el joven girándose hacia donde estaba Alyssa.
—Sí. —Respondió tímidamente.
—Son muy buenos.
—No sé qué decirle. Todavía me hace falta algo más de práctica.
—No sé mucho de arte, pero creo que sé cuando una pieza es buena y esta lo es. —Dijo mientras señalaba aquel cuadro de las estrellas que James se quedó observando la primera vez que se vieron.
—Gracias.
— ¿Pinta desde hace mucho?
—Desde pequeña, aunque paré durante un tiempo y hace relativamente poco que he vuelto.
—Me alegro que lo haya hecho, tiene talento.
Los jóvenes siguieron hablando un poco más justo cuando Addison entraba por la puerta. La muchacha se quedó perpleja y es que rara vez había visto a su hermana con el señor Rosewood a solas. Una parte de ella pensaba que el muchacho solo se quedaba a solas con ella. Y parecía ser que no.
Addison no sabía qué hacer si volver por donde había entrado o interrumpirlos. Pero no hizo falta decidirse porque cuando iba a empezar a retroceder, la pareja se dio la vuelta.
—No quería interrumpir. —Dijo con la voz entrecortada.
—No estaba interrumpiendo nada. —Le sonrió el señor Rosewood—. Yo ya me iba.
Cuando el joven desapareció, Alyssa se quedó esperando a que su hermana hablara y es que se suponía que era ella la que había acudido a buscarla. Pero Addison no dijo nada, estaba todavía un poco sorprendida.
—Bueno, ¿qué querías? —Preguntó la hermana mayor.
— ¿Qué ha sido eso?
Alyssa la miró extrañada.
— ¿El qué?
—No sabía que os veíais.
—Addison, estamos viviendo todos aquí. —Dijo Alyssa mientras levantaba las manos haciendo un círculo.
—Sí, es solo que no os había visto solos antes.
ESTÁS LEYENDO
Por culpa de un cuadro y un piano
Ficción históricaHa pasado un año desde que Amelia y Rose se casaron. Un año en el que felices, por fin han comenzado a vivir con sus respectivas parejas, acompañadas de sus dos hijos, maridos y perros. Pero para los hermanos de éstas, las cosas siguen igual que al...