Al día siguiente, tal y como se dijo, los jóvenes fueron en dirección a la laguna. Es cierto que se dijo que iban a ir únicamente Addison y William, pero si hubieran estado cerca de casa hubiese sido así. Al estar más lejos, no era correcto que dos jóvenes de sexos opuestos y solteros fueran solos sin escolta o quizás fue que Seraphina no se fiaba del todo de su hija. Posiblemente fuera más esto último que lo primero. De tal forma que al final fueron los cuatro, la pareja inicial, Alyssa y Marianne.
A la mediana de las hermanas Lockwood no le apetecía en absoluto ir a la laguna y es que sabía que al volver acabaría agotada y tenía que coger fuerzas para la noche. Por otro lado, Addison estaba encantada, no solo por visitar la laguna que era hermosa, sino por pasar así más tiempo con William. Y es que por ahora, el joven tenía todo lo que ella pedía: era alto, guapo, tenía un título, propiedades y dinero, además era muy atento y agradable. Era muy pronto para tan siquiera pensar en la posibilidad de un compromiso, pero los requisitos principales que la joven quería, los cumplía. Obviamente a la muchacha le hacían falta más cosas pero era un comienzo. La posibilidad estaba ahí.
Cuando ya se vislumbraba la laguna, William le preguntó a Addison si quería hacer una carrera hasta allí.
—De acuerdo, pero si gano no puede decirme nada. —Le dijo ella divertida.
— ¿Os unís? —Preguntó William a las acompañantes restantes.
—No gracias, prefiero ir tranquilamente. —Respondió Marianne.
—Yo tampoco, no tengo prisa. —Añadió Alyssa.
Rápidamente, Addison y William comenzaron a correr con sus caballos en dirección a la laguna. Esta vez sí que ganó el joven aunque por muy poco.
—Enhorabuena. —Le dijo la señorita Lockwood mientras bajaba del caballo.
—Gracias, aunque ha sido por muy poco. —Le respondió el muchacho mientras ataba las riendas del caballo en un árbol a la sombra—. Acerquémonos a la orilla.
— ¿Y nuestras hermanas? —Preguntó preocupada Addison.
—Están bastante cerca, cuando lleguen seguro que se unen.
La joven asintió y lo siguió. Instintivamente se puso algo nerviosa y no sabía muy bien el por qué. Rara vez se encontraba completamente a solas con alguien del sexo masculino, aún así se dijo que no pasaba nada. Obviamente, ¿qué iba a pasar?
Se sentaron en la orilla a esperar a las dos hermanas sumidos en una especie de silencio que no era tan incómodo como la pequeña de las Lockwood esperaba. William había arrancado del suelo algunos hierbajos y parecía bastante entretenido. Addison decidió que si él no tenía la iniciativa para entablar algo de conversación, era su turno.
— ¿Cómo se lo está pasando en su estancia aquí?
El muchacho levantó la vista de las hojas, y aún partiéndolas, miró a la joven y le sonrió:
—La verdad es que muy bien. Estoy muy contento aquí, se aprecia una cierta tranquilidad que en casa no tenemos.
—Me alegro.
—Y usted, ¿cómo se siente aquí? No hace mucho que dejasteis la ciudad.
—Técnicamente no hemos dejado Londres, estamos solo a veinte minutos del centro en coche. Pero es cierto que se nota, hay mucha más tranquilidad que antes. —La joven soltó un suspiro—. No quiero que se malinterprete, estoy muy agradecida por estar aquí, pero una parte de mi echa de menos el salir a comprar de un momento a otro, ahora debo planificarlo con bastante más tiempo.
El muchacho asintió con la cabeza.
—Supongo que lo peor también es tener a sus hermanos más lejos que de costumbre. —Añadió él.
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Por culpa de un cuadro y un piano
Исторические романыHa pasado un año desde que Amelia y Rose se casaron. Un año en el que felices, por fin han comenzado a vivir con sus respectivas parejas, acompañadas de sus dos hijos, maridos y perros. Pero para los hermanos de éstas, las cosas siguen igual que al...