Cuando llegaron Josephine, Steven y James a la casa de las Lockwood, el mediano de los hermanos Sterling desapareció junto con Alyssa. Mientras que los Sterling restantes fueron hacia dónde estaban los demás charlando. Addison y William parecían estar sumidos en una conversión bastante privada y es que hablaban en susurros y no se habían dado cuenta de nada de lo que estaba sucediendo a su alrededor. Al pequeño de los Sterling se le hizo un nudo en el estómago y es que cuando se ilusionaba pensando en que había algún tipo de conexión entre Addison y él, la veía con el señor Rosewood y se daba cuenta de que no. Que eran imaginaciones suyas y que la joven ya se había decidido.
—Entonces, ¿pudo hablar con ella? —Le preguntó la pequeña de las Lockwood a William.
—Sí, pero brevemente. Ya sabe, fue justo después de salir a hablar con mi hermana y ya sabe que no se encontró muy bien después de que Lady y Lord Larson nos saludaran.
—Verdad. Espero que su hermana se encuentre algo mejor.
—Sí, me dijo que en unos minutos bajaría para tomar el té.
En aquel momento, los invitados llegaron y Addison levantó la vista ilusionada. A pesar de haber visto a Steven el día anterior y todos los demás días, algo en ella se sintió más diferente de lo habitual. De repente sus ojos brillaban e incluso sentía cómo el corazón le iba algo más rápido. La joven intentó no darle mucha importancia a todo aquello, se dijo que se debía a que no sabía cuál iba a ser la respuesta de Steven en relación a las composiciones y a si se las iba a mandar a los Langford. Era eso. Nada más. No tenía nada que ver que los rayos de sol le daban una ligera tonalidad a su piel o la forma en la que andaba hacia ella. No. Era indiferente a todo eso.
Steven se sentó frente a la pareja y al lado de su madre. El joven se había estado planteando seriamente mandar copias de sus composiciones a los contactos de Seraphina pero no estaba muy seguro. Quería hablar con Addison de aquello. Bueno, de aquello y de cualquier otra cosa con tal de pasar tiempo con ella. Sabía que si terminaba hablando con la joven, ésta le daría más confianza en cuanto a su futuro. Y es que la pequeña de las Lockwood tenía la virtud de hacerle sentir que todo era posible y que arriesgarse era mejor que no hacer nada.
—Señor Lockwood, ¿cómo se encuentra?
—Bien, gracias.
—Me alegro, como ayer se despidió tan rápido, no sabía si se encontraba mal.
—Fue un momento. Cuando llegué a casa ya estaba bien.
—Me alegro entonces.
La joven le lanzó una sonrisa y al muchacho se le cortó la respiración durante una milésima de segundo. Y es que la veía con el reflejo del sol, el celeste del vestido y le costaba apartar la mirada de allí. Se preguntó en qué momento se había fijado en la señorita Rosewood y había ignorado, no solo la belleza de Addison sino también toda ella en su conjunto. No solo era hermosa con aquellos ojos azules grisáceos sino que era clara y muy optimista. Odiaba sentirse así por la joven, sobre todo después de enterarse de los requisitos que formaban parte de su lista de imprescindibles en su futuro marido.
El muchacho desvió la vista y observó que al lado de la señorita Lockwood había un libro, debido a la lejanía y a los rayos del sol, el joven no podía leer con claridad el título.
— ¿Qué está leyendo? — Preguntó intrigado.
—Es un libro que me ha recomendado el señor Rosewood. Trata sobre un asesinato.
—No sabía que le gustaban esos tipos de libros.
—Nunca había leído a este autor pero es un género que me gusta bastante.
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Por culpa de un cuadro y un piano
Historical FictionHa pasado un año desde que Amelia y Rose se casaron. Un año en el que felices, por fin han comenzado a vivir con sus respectivas parejas, acompañadas de sus dos hijos, maridos y perros. Pero para los hermanos de éstas, las cosas siguen igual que al...