Aquella noche, después de las cometas, Steven se despertó asustado y es que había soñado con la pequeña de las Lockwood. En aquel sueño, el joven se encontraba tumbado en la cama semi desnudo esperándola. Una vez que Addison entraba en la habitación comenzaba a despojarse el vestido, quedándose completamente desnuda. El muchacho no sabía qué significaba todo aquello, hasta aquel día no había sentido nada por ella... bueno, quizás sí. Quizás había pensado en el roce de sus dedos en los suyos, en el sonido de su risa y quizás, se había quedado embobado viéndola tocar el piano. Pero eso no era nada. Aunque si realmente no era nada ¿por qué acababa de soñar aquello?, ¿no se suponía que le gustaba la señorita Rosewood? Quizás no le gustaba tanto como pensaba. Quizás estaba comenzando a fijarse en Addison y no tanto en Marianne.
Pasó una semana hasta que los Sterling y las Lockwood se vieron de nuevo. Y es que después de la experiencia con las cometas, James y Steven no sabían si debían acudir de nuevo a la casa. Es cierto que el pequeño de los Sterling técnicamente estaba cortejando a Marianne y no a Addison, pero comenzaba a dudar de lo claras que eran sus propias intenciones, sobre todo a partir de aquel sueño. Apreciaba a la señorita Lockwood pero sabía del interés de la joven en el señor Rosewood, no servía de nada comerse la cabeza. No había nada. Había sido simplemente un sueño. Nada más.
Por otro lado, James no lo tenía nada claro. Había notado algo en la mirada de Alyssa cuando se giró hacia él. Y lo peor es que él también había notado ese algo en sí mismo. Sacudió la cabeza, no podía ser. Ya bastante raro era dos hermanos de una familia con dos hermanos de la otra como para que encima se sumaran ellos. Eso sin contar con que Steven sintiera algo por Addison, porque después del otro día, tenía sus dudas. No sabía qué hacer. Se sentía muy cómodo con Alyssa, tenían mucha complicidad y con el paso del tiempo habían ido cogiendo cada vez más confianza pero... intentaba buscar alguna excusa y nada era lo suficientemente bueno. Entonces, ¿por qué buscaba alguna razón para no lanzarse? Miedo. Miedo porque le pudiera volver a suceder lo mismo que hacía unos tres años. Arriesgarse para nada.
Los hermanos Sterling estaban cada uno en su dormitorio, y es que aunque hacía tiempo que no vivían con su madre, ésta siempre les había proporcionado su respectivo dormitorio ya fuese en la vivienda principal, donde ahora vivía Gilbert, o en la actual. Lo normal hubiera sido que estuviesen los tres charlando en el salón, pero ninguno de los hermanos se veía con el ánimo de entablar una conversación con su madre. La conocían lo suficiente como para saber el rumbo en el que iría si se ponían hablar.
Querido lector, supongo que se preguntará el motivo por el que los hermanos se encuentran por tanto en la casa y es que durante toda la semana desde que fueron a casa de las Lockwood se las habían apañado para no ir a visitar a su madre, poniendo excusas tales como "tengo una reunión", "he quedado para visitar a unos amigos" y "hoy no puedo, quizás mañana". Josephine, al final, les había mandado una carta amenazándolos con que fueran a verla y al final, habían cedido. Pero tan rápido como habían tomado el té intentaron excusarse con la intención de volver a sus casas pero su madre no lo había consentido y les dijo que podrían ir a sus cuartos a descansar. Como cabe esperar, al final fue ella la que acudió en búsqueda de sus hijos, primero fue con el mayor y después con el pequeño. Durante un momento pensó en reunirlos a los dos, pero sabía que podrían cortarse en presencia del otro, por todo aquello de la "masculinidad" y no mostrar lo que sentían.
Por tanto, Josephine llamó a la puerta de James que aunque leyendo, la estaba esperando tumbado en la cama.
—Creo que me esperabas. —Le dijo su madre al ver como su hijo se sentaba.
—Teniendo en cuenta la nota que nos mandaste en la que nos exigías venir. Una conversación es lo menos que puedo esperar. —Le respondió con una sonrisa encogiéndose de hombros.
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Por culpa de un cuadro y un piano
Fiction HistoriqueHa pasado un año desde que Amelia y Rose se casaron. Un año en el que felices, por fin han comenzado a vivir con sus respectivas parejas, acompañadas de sus dos hijos, maridos y perros. Pero para los hermanos de éstas, las cosas siguen igual que al...