Capítulo 26

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A la mañana siguiente, James se encontraba en el jardín hablando con su hermano sobre la señorita Rosewood. Steven estaba bastante preocupado.

— ¿Tú sabías que era ella?

—Para nada. Cuando estuve allí ese verano, escuché los rumores pero no les di ninguna importancia. Llegué algo más tarde de que todo aquello pasara y creo que los dos ya se habían marchado al norte.

Steven asintió con la cabeza aunque seguía preocupado.

—Pero, ¿le vas a pedir matrimonio?

—No sé si debería esperar a ver si el señor Stark le propone matrimonio.

— ¿Pero la quieres?

—No, pero ¿qué puedo hacer? Si la gente se entera que es ella, estará arruinada.

En aquel momento Addison salió al jardín enterándose de la conversación entre los dos hermanos y sintió cómo su corazón se rompía en mil pedazos. Steven le iba a pedir a Marianne que se casara con él.

—Perdón. —Dijo la joven alejándose más hacia el jardín.

—Espere, señorita Lockwood, ¿sabe si su hermana se ha levantado ya?

— ¿Alyssa? Se fue esta mañana a casa de mi hermana, me lo ha dicho en una nota.

James se fue corriendo sin despedirse ni de las Lockwood ni de su hermano y madre. Alyssa se había ido porque él le había dicho que tenía que pensar. Sí, tenía miedo pero era un estúpido.

Addison siguió andando. No sabía hacia dónde, solo que quería marcharse de allí y no estar cerca de Steven. Le dolía solo de pensarlo. ¿Cómo era posible? Se suponía que eran solo amigos ¿no? Pero no lo eran. Para ella no lo eran. Comenzó a pensar en las veces en las que se había quedado contemplándolo tocar el piano, la forma de su risa, el roce de sus dedos cuando se pasaban la partitura, cuándo habían compuesto juntos... ¿Cómo lo había ignorado durante tanto tiempo?

Steven comenzó a ir detrás de ella.

— ¡Señorita Lockwood! ¡Espere! —La llamó.

Pero la joven no lo escuchaba. Solo quería alejarse cada vez más. Iría en dirección a la cabaña que estaba abandonada. Bueno, quizás no estaba tan abandonada pero nadie la había usado en mucho tiempo. Sí, se dirigiría allí. Steven no la seguiría.

El pequeño de los Sterling iba detrás de la joven pero parecía que ella no escuchaba nada. Por más que la llamaba no se giraba. Se fijó en que parecían estar cerca de una especie de cabaña debajo de unos árboles.

— ¡Addison! —Gritó desesperado.

La señorita Lockwood se giró paralizada. Pensaba que el joven ya no la seguía.

— ¿Qué quiere?

Steven aceleró el paso hasta que por fin llegó donde estaba ella.

—Quería contarle lo que me ha escuchado hablando con mi hermano.

—A mí no tiene que darme explicaciones. —Le dijo la joven con una sonrisa triste.

—No sé si me casaré con ella. Lo he pensado en el caso de que el señor Stark no le diga nada.

— ¿Está enamorado de ella?

El joven la miró intentando leer si había alguna intención por parte de Addison con aquella pregunta. Pero no parecía ver nada.

—No. Pero es lo correcto.

—Bueno, espero que sean muy felices.

Esto que dijo la señorita Lockwood sonó muy frío. Quizás demasiado para lo que acostumbraba. Pero, ¿qué podía hacer? No podía decir otra cosa. Se dio la vuelta y siguió andando con la esperanza de que Steven volviera a la casa.

Por culpa de un cuadro y un pianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora