Capítulo 25

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Después de cenar todos se fueron a sus dormitorios y es que todos, absolutamente todos necesitaban procesar lo que acababa de suceder. Steven se debatía entre proponerle matrimonio a Marianne a pesar de no sentir nada por ella o no hacerlo. Pero sabiendo que era su amiga y que parecía necesitarlo, parecía que no tenía mucha más opción. Porque sabía que un posible compromiso con la pequeña de las Lockwood estaba más que descartado. Él no reunía lo que ella quería.

Addison no dejaba de pensar en el "momento" que había tenido con el pequeño de los Sterling. En cómo había sentido cosas en el estómago y cómo había sido incapaz de controlarlas. No podía ser ¿o sí? No, se respondió. El joven no se correspondía con lo que ella quería.

Marianne lloraba y lloraba mientras le pedía a Dios que el señor Stark se le declarara. Que los rumores le dieran igual y que se casaran. El joven la cuidaba y la trataba bien, siempre estaba pendiente de ella. Por favor, pedía, que me pida matrimonio.

William se lamentaba por su hermana pero tampoco sabía qué más hacer. Bueno, marcharse de nuevo al norte con sus parientes. Esa parecía ser la única opción, el problema era que si se iba probablemente no volvería a ver a aquella joven que le dejaba sin dormir por las noches.

Era bastante tarde y Alyssa se encontraba con la luz de su dormitorio encendida leyendo un libro. Llevaba horas intentando dormir pero no lo conseguía. No dejaba de pensar en James y en el beso. Y es que ¡vaya beso!, la joven se tocaba los labios y sonreía. Aunque después se regañaba ya que no tenía que haber dejado que el muchacho la besara. Sobre todo cuando él ni siquiera tenía claro lo que quería. Tenía sentimientos contradictorios y odiaba sentirse así.

Se levantó de la cama y decidió que sería un buen momento para bajar a la cocina a por un vaso de agua. No es que tuviera sed pero tampoco sabía qué más hacer. Ya se había terminado el libro y no le apetecía seguir leyendo. Estaba comenzando a odiar que todo el mundo pareciera encontrar rápidamente su final y que a ella se le resistiera.

Cuando abrió la puerta se encontró con James que tenía el puño preparado para llamar. Antes de hablar y preguntarle qué estaba haciendo, el muchacho se puso el dedo índice en los labios para que no dijera nada. Entró en el dormitorio y cerró la puerta.

—Si hablaba con la puerta abierta nos iban a escuchar.

— ¿Qué hace aquí?

—Quería hablar con usted. —Le respondió.

— Podría hacerlo mañana.

— Lo sé pero no podía dormir.

— Ya somos dos.

La joven se sentó en la cama y se dio cuenta de que mientras el muchacho iba vestido con la ropa de su hermano, ella iba vestida con camisón azul claro y una bata por encima. No era la ropa más apropiada para recibir al señor Sterling. Intentando que no se le notara mucho, cogió uno de los cojines que estaban a un lado de la cama y se colocó encima con la intención de taparse algo más aunque tampoco es que el resultado fuera el más exitoso.

— ¿Ya ha terminado el libro? —Preguntó el joven mientras cogía el objeto que estaba en la mesita de noche.

—Sí.

— ¿Cómo acaba?

—Pues... la señorita Langford se casa con el señor Fitzpatrick porque aunque se prometió que no se casaría ni se enamoraría, no puede controlar lo que siente.

— ¿Y quién mató al señor Webster?

—La madre del señor Fitzpatrick.

—Lo que usted decía. —Dijo James mientras se sentaba al lado de la joven.

Por culpa de un cuadro y un pianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora