Al día siguiente, después de almorzar, William le pidió a Alyssa que le enseñara el camino que Addison había escogido para aquella carrera de caballos que hicieron el otro día. Alyssa aceptó encantada y es que aparte de pintar, no tenía ningún plan más para aquel día.
Addison, por el contrario, después de leer durante un rato, decidió ponerse a tocar el piano y es que había un trozo de la obra que se le estaba resistiendo. A diferencia de su hermana mediana, Addison nunca dejó de tocar el piano una vez que su padre falleció (como hizo Alyssa con su pintura). La joven sentía que cada vez que tocaba conectaba con el difunto duque, y por ello, se esforzaba por tocar siempre que podía. También cuando no se encontraba bien o estaba preocupada. Era como una especie de terapia.
Por consiguiente, mientras la pequeña tocaba, Marianne había salido a dar un paseo con el señor Stark que había ido a visitarla, Alyssa y William estaban fuera con los caballos.
Nos trasladaremos por tanto con esta última pareja que se encontraba hablando tranquilamente por el camino.
—Lo apropiado sería situarnos desde donde decidimos hacer la carrera. —Dijo pensativa Alyssa.
—Correcto.
Finalmente llegaron al lugar donde se decidió realizar la carrera.
—Creo que fue aquí. —Dijo Alyssa—. Si recuerda, Addison se desvió a la derecha donde está aquella arboleda.
— ¿Vamos?
—De acuerdo.
Entraron dentro de aquel conjunto de árboles.
—Es complicado saber por dónde salir. —Comentó el futuro vizconde.
—Sí. Nos costó mucho aprendernos el camino. Pero, —dijo Alyssa acercándose a un árbol— dejamos una marca aquí. —La joven le enseñó que una parte del tronco de un árbol tenía un corte bastante pronunciado. — Así sabemos por dónde tenemos que ir.
—Bien pensado.
—Hasta que aprendimos el camino y hasta que decidimos marcar el árbol, nos costó muchas horas dando vueltas por aquí.
El joven le sonrió.
Siguieron por el camino hasta la casa hablando un poco más.
—Espero que esté ya contento. Para la próxima vez ya tendrá la misma ventaja que mi hermana.
—Pues sí, ya estaremos en las mismas condiciones.
—No le diga que se lo he enseñado, sino seguro que me mata.
Los dos rieron y siguieron hablando hasta que llegaron a la puerta de la casa. Allí esperando se encontraba otro joven.
— ¡Señor Sterling!, no sabía que vendría hoy.
—Lo sé pero mi hermano decidió venir a visitar a la señorita Rosewood y pensé en aprovechar.
La joven se acercó corriendo donde estaba el muchacho.
—Si quiere, entre en el estudio y prepare las cosas. Deme un segundo que voy a cambiarme.
Y eso hizo, entró corriendo en la casa mientras se cambiaba. James fue al estudio y preparó los utensilios que había traído. Mientras tanto, William se fue a colocar los caballos en el establo.
En otra habitación, Addison estaba tocando el piano. Concretamente, estaba practicando aquel trozo que tanto se le estaba resistiendo. Y es que el cambio de manos no le estaba resultando nada fácil. Cada vez que se equivocaba comenzaba desde el principio, una y otra vez. Una y otra vez.
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Por culpa de un cuadro y un piano
Ficción históricaHa pasado un año desde que Amelia y Rose se casaron. Un año en el que felices, por fin han comenzado a vivir con sus respectivas parejas, acompañadas de sus dos hijos, maridos y perros. Pero para los hermanos de éstas, las cosas siguen igual que al...