Epílogo

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Todos estaban sentados en sus butacas escuchando cada una de las obras que sonaban. A pesar del tiempo que había pasado ni Addison ni Steven se creían que lo que oían era algo que ellos mismos habían compuesto. Y es que aquella primera obra que compusieron se había convertido en todo un éxito. Por mucho que la escuchaban, y por mucho que siguieran creando, aquella pieza se había convertido en su favorita. Y es que les recuerda al momento en el que comenzaron a enamorarse. Fue el inicio de todo.

Cuando terminó y todo el público se levantó a aplaudir, los invitados se acercaron a la pareja.

— ¡Es tan bonita! —Exclamó Alyssa— No me canso de escucharla.

Los dos compositores se miraron y sonrieron.

—Gracias.

— ¿Cuándo es la presentación? —Preguntó Addison.

—Mañana por la mañana iremos a la Galería Nacional y nos dirán cuándo será. —Contestó su hermana.

—Tengo muchísimas ganas de verlo. No nos habéis contado nada, ni os habéis dignado a darnos una pista de la pintura.

—Lo estamos reservando para ver vuestra reacción en directo. —Respondió su cuñado.

—Pero, ¿el cuadro está ya allí?

—Lo llevaremos mañana.

—Espero que los niños no lo rompan.

— ¡Addison! —La regañó su marido.

— ¿Qué? Obviamente lo tendrán a buen recaudo pero son pequeños, ¿qué edad tienen? Michael tiene cuatro, Julia dos y medio y el pequeño Elijah uno. En un despiste podría pasar un accidente.

—Eso lo dices porque tus hijos te rompieron una de tus piezas. Hasta que no sean más mayores tienen prohibido entrar en nuestro estudio sin supervisión.

Addison fulminó con la mirada a su hermana. Pero Alyssa tenía razón, Nicholas y Serah rompieron una de sus partituras jugando en el piano justo en un momento en el que la ahora señora Sterling salió a coger uno de los juguetes de la habitación de enfrente.

—Solo fue una vez.

—Y no pasó nada porque después la reescribimos y todo salió bien. —La defendió su marido.

Las dos parejas sonrieron y marcharon. La pareja formada por los pequeños de los hermanos, llegaron a casa y se apoyaron en la puerta viendo a sus dos hijos dormir.

—Lo dulce que parecen cuando duermen. —Dijo Addison.

— ¿No te dan ganas de ir a buscar un tercero?

La joven lo miró divertida.

—Y yo que pensaba que la chispa del matrimonio se perdía con el tiempo.

—Sabes que nuestra llama es inextinguible. —Le respondió su marido mientras la arrastraba hacia la habitación.

En otra casa cerca de allí, otra pareja acababa de llegar riéndose.

—Shh, vamos a despertar a los niños.

—Sabes que no se despertarían ni aunque cayera una bomba.

—Han salido a su padre.

La pareja se desvió y en vez de ir hacia arriba, fueron al estudio donde estaba el cuadro que llevarían al día siguiente a la Galería Nacional. Se quedaron mirándolo.

—Nunca pensé que llegaría a exponer un cuadro.

—Yo tampoco.

—Tiene tu firma también.

— ¿Qué dices? Si lo has hecho tú.

—Pero tú lo remataste.

—Eres imposible. —Le dijo la señora Sterling a su marido mientras le daba un beso.

James la cogió y colocó a su mujer en la mesa, apartando todos los objetos de forma brusca.

—Hace demasiado tiempo que no lo hacemos aquí.

—Desde Michael ¿no?

—No nos dio tiempo apenas de disfrutar de nuestro matrimonio solos.

—Tuvimos nueve meses bastante intensos.

—No lo suficiente. —Replicó el joven mientras insertaba la lengua dentro de su mujer.

Y mientras nuestra pareja se fundían en uno, Alyssa miró brevemente el cuadro que su marido había pintado y que ella había rematado. Se trataba de una pareja tocando el piano al fondo mientras que otra, se dedicaba a pintarlos. Cada uno con su caballete.

Y es que por culpa de un cuadro, ya que a raíz de ponerse a pintar, y por culpa de un piano, ya que Steven y Addison tenían pasión por tocar al instrumento, todo en su vida había cambiado. Porque si Alyssa y James no hubieran aceptado pintar juntos no se encontrarían en este momento ahí. Y si Steven no hubiera escuchado a Addison tocar el piano, tampoco hubiese compuesto juntos y ni siquiera se habrían dado una oportunidad de conocerse. Aquello les cambió la vida y solo les había traído cosas buenas.

 Aquello les cambió la vida y solo les había traído cosas buenas

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Por culpa de un cuadro y un pianoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora