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Año 2013

Los directivos me dijeron que tenía qué pasar en los extraordinarios, mínimo 3 de 4 materias que reprobé, de lo contrario volvería a repetir año. Me da vergüenza volver a repetir primero cuando todos mis compañeros ya estarán en segundo, así que me la pasé estudiando porque en verdad quiero pasar esos exámenes.

El primer día que me toca hacer el primer, es de Matemáticas. Todo está normal; voy a la secundaria, hago el examen y regreso a mi casa.

El segundo día de la aplicación de exámenes, me toca hacer dos: el de geografía y el de biología. Después de terminarlos, justo cuando estoy saliendo de la escuela, me habla Ernesto. Ernesto es el prefecto de la secundaria, un señor no mayor a 38 años, quien es catalogado por nosotros los alumnos, como: "el prefecto chido" porque se lleva bien con todos los alumnos; casi no nos regaña y nos entiende mejor que el otro prefecto Eduardo, que él sí es muy estricto.

Cuando escucho que me habla, voy con él y lo saludo, tan normal como siempre.

-¿Cuál me dijiste que era tu nombre? -me pregunta.

-Cecy, me llamo Cecy -respondo normal.

-Es que como convivo con tantos y tantas jóvenes, pues se me olvida, perdón.

-No te preocupes, todo bien.

-¿Y qué haces por aquí?

-Vine a hacer unos extraordinarios porque reprobé varias materias.

-¿En serio? ¿Y cuales reprobaste?

-Matemáticas, geografía, biología e historia.

-¿Y cuales hiciste hoy?

-Geografía y biología.

-¿Tuviste complicaciones o le supiste bien?

-La verdad se me dificultó bastante, ya que no sé mucho de esas materias.

-¿Quieres que yo te ayude?

-¿Y cómo harías eso?

-¿Dónde dejaste los exámenes?

-Ahí en las oficinas. Dijeron que ellos se los entregarán a los profesores.

-Entonces yo puedo entrar ahí, buscar los exámenes y corregir lo que esté mal.

-¿Y sí vas a poder entrar?

-Soy el prefecto, Cecy, yo puedo entrar a donde yo quiera.

-No creo que lo hagas, pero si tú lo dices, pues está bien.

-Lo haré, solo dime tu nombre completo para buscar tus exámenes.

-Espera, ¿por qué motivo harías eso por mí?

-Porque me caes muy bien -sonríe.

-Ni mi nombre te sabías, o sea.

-Tú solo dame tu nombre completo y verás cómo pasarás esos exámenes.

Sin aún creerle, le doy mi nombre completo, el cual lo anota en su libreta. Me despido de él y me voy a mi casa.

El día de los siguientes dos exámenes que quedan, tardo unas horas haciéndolos porque están algo largos, pero muy fáciles.

Cuando voy caminando al portón de la escuela, de nuevo escucho que Ernesto me grita, pero esta vez por mi nombre. Voy con él.

-¿Ya te aprendiste mi nombre? -le pregunto riendo.

-Ya -asiente-. Te prometo que nunca más se me va a volver a olvidar -me sonríe, pero de una manera tan extraña que me hace sentir nerviosa.

-Ya me voy porque mi mamá me va a regañar si llego tarde.

Todo cambió. Libro #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora