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Alexis García

Mi mamá me lleva a la librería a comprar el libro que encargó el maestro de electrónica. Entre semana no pudimos venir a comprarlo porque mi mamá trabaja y yo salgo muy tarde de la secundaria, así que mejor venimos en fin de semana, aprovechando que los dos estamos libres.

Mi mamá pregunta por el libro y por suerte sí lo tienen. Barato no es, pero es de la escuela, así que lo compra y después salimos de ahí.

Mientras vamos caminando, yo detrás de mi mamá, se me viene un recuerdo a mi mente.

—Cordero, ¿cómo es posible que ya estemos a mitad del año escolar y tú aun no tengas el libros que les pedí desde que comenzamos? —le pregunta el profesor a Cecy, quien está sentada en la mesa con Abdiel, Laura, Alejandro y yo.

Cecy no dice nada, solo rueda los ojos.

—¡Respondeme, Cordero! —le dice el maestro.

—¿Qué quiere que le diga? —lo ve—. No lo he comprado porque mi mamá no ha querido comprarmelo. No tenemos dinero.

—Pero lo pedí desde que comenzó el ciclo escolar.

—Pues desde que comenzó el ciclo escolar, no tengo dinero.

—Mira, ya me cansé de esa excusa tuya, Cordero. O lo traes o te repruebo.

—Usted no tiene porque reprobarme, yo hago las tareas en el cuaderno.

—Pero no es lo que pedí.

Cecy rueda los ojos y el maestro regresa a su lugar.

—Mamá... —le hablo y ella voltea.

—¿Qué pasa, mi amor? —camina hacia mí.

—¿Puedes comprar otro libro?

Frunce las cejas.

—¿Para qué quieres otro si ya tienes uno?

—Es que no es para mí, es para una compañera que no tiene libro y sus papás no se lo pueden comprar.

—Es muy noble de tu parte querer hacer eso, pero el dinero no me lo regalan, Alexis. Tú viste cuánto gasté en este.

—Pero mi papá te va a dar la mitad, ¿no?

—No, mi amor, quedé con tu papá en que yo te compraba el libro, el pantalón y la camisa de la escuela, y él pagaba el libro de inglés y te compraba el uniforme deportivo. Ya no tengo más dinero, Alex.

—Es que es importante para ella, mamá, si no la van a reprobar.

—Entiendo, pero no podemos hacer nada. Esa es responsabilidad de sus padres.

—¿Y si lo compras y yo te lo pago?

—¿Y con qué dinero me lo vas a pagar?

—Pues... trabajando.

Se ríe.

—Tu única obligación es estudiar, Alexis, y se acabó —da la vuelta y camina al estacionamiento—. Mejor subete al auto —lo abre con el control—, que te tengo qué llevar con tu papá —abre la puerta.

Abro la puerta del copiloto, me subo y me abrocho el cinturón de seguridad.

No me siento tan bien, ya que de verdad quería comprarle ese libro a Cecy, pero bueno, también entiendo que mi mamá no pueda, acaba de gastar en cosas que necesito para la escuela, así que la entiendo. Seguramente papá también anda gastado de dinero porque el uniforme deportivo es caro.

Todo cambió. Libro #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora