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18 de diciembre
 
     Cecy Cordero

Estamos a pocos días de salir de vacaciones, y mis amigos andan muy raros, ya tienen días así, pero hoy andan más raros que nunca. Se desaparecen y no los encuentro y hablan de cosas en secreto que yo no escucho. Hoy me tocó comer sola en la cafetería porque ellos jamás llegaron, ni los vi, y eso que los busqué por casi toda la secundaria.

Estoy molesta con ellos.

Llego al salón de Ciencias Física, que es la clase que nos toca al entrar de receso. Mis amigos no están adentro, pero no le tomo importancia, ya que igual no quiero verlos. De pronto llegan, están muy sonrientes y risueños. Trato de ignorarlos, pero se sientan junto a mí; Laura a mi lado, Abdiel atrás de ella y Alejandro atrás de mí, quedando al lado de Abdiel.

—Hola Cecy —saluda Laura, pero no respondo, hago como que estoy escuchando música con mis audífonos puestos.

—¡Tierra llamando a Cecy! —dice Abdiel, pero también lo ignoro.

—Cecy —Alejandro me quita los audífonos—, ¿qué te pasa?

—¿Qué qué me pasa? —lo miro—. Comí sola porque ustedes jamás aparecieron, y eso que los busqué, ¿y todavía preguntan qué me pasa? —digo molesta y cruzada de brazos.

—Lo sentimos, Cecy —dice Laura—. No fue nuestra intensión dejarte sola.

—Pero lo hicieron, les valió. A ver, ¿dónde estaban?

—Haciendo algo —responde Abdiel.

—Bien, no me digan —me siento bien para no ver a ninguno de ellos.

—No te enojes, Cecy —me dice Alejandro.

—Ya dejenme en paz.

—Pero bonita...

No respondo.

—Ya dejala, Alex —le dice Laura—. Sabes que cuando se pone así, no hay quién la saque de ahí.

En eso entra la maestra y todos nos quedamos en silencio.

Así es el resto de las clases, yo en silencio, sin hablar para nada con ninguno de mis amigos. De vez en cuando ellos me hablan con cualquier excusa, pero yo los ignoro porque en serio estoy molesta con todos.

Al finalizar esa clase, nos toca artes, pero la maestra no vino, así que nos vamos todos a las bancas, ya que así nos lo indica el prefecto Eduardo. Yo estoy alejada de todos, sentada en la última banca, jugando con mi celular y escuchando música con los audífonos puestos. Mis amigos no están, lo cual no es nada raro ya.

—Cecy, ¿por qué tan solita? —me pregunta Axel mientras se sienta enfrente de mí. Es un compañero de nuestro grupo, es amigo mío y llegó a gustarme un poquito antes. Me quito los audífonos para hablarle y escucharlo bien—. Desde receso te he visto sin tus amigos, ¿andan peleados?

—No tanto así, solo que ellos no sé qué anden haciendo o en donde estén.

—Yo los vi hace rato en el salón que era de electrónica.

—¿Y qué hacen ahí?

—No lo sé, pensé que tú ibas a saberlo.

—Pues no sé nada. Andan muy raros últimamente, no me cuentan nada.

—Pues qué mala onda, Cecy... Bueno, te dejo, iré con Karen y los demás —se levanta—. Ojalá que ya nos digan que nos podemos ir, ¿no?

—Sí, ojalá sí porque ya me dio frío aquí y ya está oscura la calle.

Todo cambió. Libro #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora