Cuando todos en mi casa duermen profundamente, me levanto de madrugada, me siento en el sillón y me quedo viendo a la nada, pensando en lo que pasó con Ernesto aquel día. Me pregunto varias veces: “¿Y si le hace o le estará haciendo lo mismo a otras niñas en la secundaria?”. El solo hecho de pensar que así era o podría ser, me pone mal, muy mal. No quiero que nadie pase por lo que yo sí.
No puedo permitir que le haga daño a otras niñas; tengo qué hablar, tengo qué decir lo que él me hizo.
Esa madrugada no duermo nada. A las 12 del medio día me levanto, me baño, me pongo el uniforme y, justo a la 1:45pm, me voy a la escuela, totalmente decidida por lo que haré.
Para entrar a clases tenemos qué hacer fila afuera de la secundaria, ya que los prefectos revisan si tenemos correctamente el uniforme, el peinado, la credencial estudiantil, que no llevemos maquillaje, etc. Siempre nos revisa la prefecta, ya que es una fila de niños y otra de niñas. Para mí mala suerte, la prefecta no está, en su lugar ponen a Ernesto.
—¿Credencial? —me dice Ernesto.
Se la muestro sin voltearlo a ver.
—Tienes maquillaje, ¿verdad?
No le contesto, ni siquiera quiero verlo.
—Cuando alguien te habla, tienes qué verlo a la cara.
No lo miro, no quiero hacerlo.
—Eres una grosera, niña. Te irás a dirección.
—¿Y por qué la va a mandar? —pregunta Alejandro, quien ya está adentro, junto con Abdiel.
—Tiene maquillaje —me señala.
—Cecy no usa maquillaje —comenta Abdiel.
—Tiene los cachetes colorados.
—Así son los cachetes de Cecy cuando hace calor —aclara Alejandro.
—Aun así se va a dirección —escribe algo en una libreta.
—Mejor me voy yo a dirección a contar algo, a ver quién sale perdiendo, ¿va, prefecto? —dice Alejandro.
No volteo a ver su rostro, pero sé que está viéndome; puedo sentir su mirada.
—Ya vete —me dice serio.
Sin pensarlo dos veces, entro con mis amigos y comenzamos a caminar.
—¿Qué fue eso, Alejandro? —pregunta Abdiel, confundido.
—Qué te importa, Abdiel —dice Alejandro.
—Es que eso fue raro, fue como si lo hayas amenazado.
Alejandro no responde, solo sigue caminando.
—Bueno, mejor iré otra vez a la entrada para esperar a Laura —se va.
Por unos minutos no hablo para nada con Alejandro, ni él conmigo, solo caminamos juntos, pero sin soltar alguna palabra. Me dirijo a la tienda, a dónde me sigue. Me compro una botella de agua y unas picafresas, y seguimos nuestro camino.
—¿Quieres? —le ofrezco una picafresa.
—Gracias —la agarra.
Me siento incómoda, ya que ninguno de los dos habla algo más. Pero quería compartir con él lo que pensaba hacer, así que rompo el silencio.
—Alejandro, ¿te puedo contar algo? —le pregunto.
—Sí.
Agarro aire.
—Estoy pensando en contarle al director lo que me hizo Ernesto.
Se detiene, haciendo que yo también y se pone enfrente de mí.
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Todo cambió. Libro #2
Teen FictionSecuela de "mi primer amor". Cecy ahora es una niña adolescente de secundaria. La niña que solía ser en primaria, esa niña dejada, callada y tímida, no existe más. Ahora tiene problemas de conducta y de rebeldía, esto a causa de problemas personale...