31

5 1 0
                                    

Estamos en clase de español, cada quien con su equipo de la obra de teatro. Ya casi es la hora de salir de receso.

—A ver, antes de que toque el timbre para salir a receso —habla Alejandro—  les diré a cada uno lo que van a traer.

Rodamos los ojos porque eso lo había repetido ya como 20 veces, pero aun así escuchamos.

—Cecy, tú traes ropa roja o rosa y un moño rojo. Alexis, tú traes ropa adecuada para parecer cazador y una pistola para cazar. Melina, tú traes maquillajes, gel, plancha, cepillo y todo lo necesario para arreglarnos. Abdiel, tú traes tu mentada peluca blanca y ropa de tu abuela. Laura, tú solo procura vestirte de mujer.

Laura rueda los ojos.

—Y yo voy a traer ropa gris y mi mascara de lobo, también voy a traer lo de la escenografía que hemos estado haciendo aquí en la escuela.

—Una pregunta, Ale-Alejandro —dice Abdiel—, ¿quién te nombró líder de equipo?

—Yo mismo, ¿por qué? —lo mira—, ¿quieres serlo tú?

—No, yo nomas pregunto. Es que nos mandas y nos mandas, pareces la mamá de los pollitos.

—Disculpa por querer que todo salga bien en la obra y no pasemos el oso de nuestras vidas.

—Bueno, ya, no empiecen a pelear como siempre —dice Laura, algo molesta.

Suena el timbre para salir a receso. Todos nos levantamos y guardamos nuestras cosas.

—Cecy, ¿podemos hablar? —me pregunta Alejandro.

—Emmm... sí, vamos —me cuelgo mi mochila y salgo con Alejandro del salón.

Los demás también salen, pero ellos se van por otro lado para darnos espacio.

—¿Qué pasó? —le pregunto mientras caminamos.

—No sé, eso te pregunto yo. Hay días que estás bien conmigo y otros que no, ¿por qué?

—Porque hay días que eres bien lindo conmigo, pero hay otros que me ignoras.

—No es cierto, yo no te ignoro.

—Me ignoras cuando estás con Melina y haces como si yo existiera.

—Eso no es cierto, Cecy.

—Es verdad, Alejandro. Pareciera como si Melina te gustara.

—Claro que no, ¿cómo dices eso?

—Porque se nota.

—Entonces a ti te gusta Alexis, eso también se nota, ¿no?

—Yo no te ignoro por hablar con Alexis, tampoco estoy todo el receso con él, mucho menos me la paso hablando de él, cosas que tú sí haces respecto a Melina.

—Está bien, ya no voy a hacerlo.

No le contesto, solo veo a otra parte.

—Ya no estés enojada, bonita —me habla con ternura.

—No estaré enojada, pero si dejas de hablarle.

—Está bien, no le hablaré más.

—¿Me lo prometes?

—Sí, bonita, te lo prometo.

Sonreí y lo abracé.

—Te quiero —me dice en el oído y me da un beso en la mejilla.

—Yo también te quiero, Ale —le dije mientras lo soltaba.

—¿Vamos a comer algo? —agarró mi mano.

Todo cambió. Libro #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora