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Cecy Cordero

Estamos en las bancas de la cafetería, leyendo el guion de la obra que escribió Alejandro, yo le ayudé un poco y entre todos modificamos algunas cosas y dimos ideas, pero él hizo la mayor parte del trabajo.

—¿Y les gusta? —nos pregunta Alejandro.

—¡Quedó increíble! —digo.

—Está divertido e interesante —dice Laura—. Seguro con esto nos sacamos un 10.

—A mí también me gusta —dice Abdiel—. Aunque aun nos falta ensayar.

—Eso sí —asiente Laura—. Pero, ¿en dónde ensayaremos? El receso es corto, no creo que nos dé tiempo de ensayar y demás.

—Trendríamos qué ir a la casa de alguno de nosotros —dice Alejandro—. No ofrezco la mía porque mi papá está ahí los fines de semana y no le gusta que haya ruido.

—Y en la de tu mamá ni en chiste porque no le caemos bien —comenta Abdiel.

—A mi mamá no le caigo bien ni yo.

Abdiel y Laura se ríen.

—En la mía tampoco podría ser porque es cuando hacen reuniones familiares y van mis hermanos mayores —dice Laura.

—En la mía olvidenlo —digo—. Como dice Alejandro: a mi mamá no le caigo bien ni yo.

—¿Qué dices tú, Abdiel? —le pregunta Laura.

—Con gusto los invitaría, pero la están arreglando, están construyendo el segundo piso.

—No pues entonces ya valimos —dice Alejandro.

—Pues mis casas están disponibles, por si quieren —menciona Alexis.

—¿Tus casas? —pregunta Abdiel.

—Sí, la casa de mi papá y la casa de mi mamá.

—¿Tus papás también están divorciados como los de Alejandro?

—Sí... Hace casi 3 años que están separados. La mayor parte del tiempo me la paso con mi papá porque la casa de mi mamá me queda un poco más lejos de la escuela, aunque los fines de semana casi siempre estoy con mi mamá. Pero pues a ninguno de ellos les molestaría que vayan.

—Bueno, entonces que el ensayo sea el sábado en tu casa, ¿te parece? —le pregunta Laura.

—Sí, me parece bien —asiente.

—Solo nos pasas la dirección ahí por el grupo.

—Sí, aun no sé si será en casa de mi papá o mi mamá, pero yo se las pasó el viernes. Me recuerdan.

Todos asentimos.

—Entonces ninguno haga planes este sábado, eh —nos dice Laura.

Volvemos a asentir.

En eso se nos acercan varios de nuestro grupo, entre ellos Carlos, Axel, Gibrán, entre otros.

—Oigan —habla Axel—, ya que tenemos libre inglés, ¿qué les parece si jugamos unas carreras para ver quién trepa más rápido el cerro?

—No podemos ir ahí, Axel, está prohibido —le digo.

—Ya sé, mi Cecy, pero no hay nadie cuidado. Anda, será divertido.

—No, la neta yo paso. Escalar el cerro no está entre mis cosas favoritas de la vida.

—¿Y ustedes qué dicen? —les pregunta a los demás.

—No, yo también paso —dice Laura.

—Yo no tengo ganas —dice Alejandro.

—¿Tú qué dices, Alex? —le pregunta Carlos a Alexis—. Tú eres bueno para los deportes, ¿no?

Todo cambió. Libro #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora