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Alexis García

No me entusiasmaba para nada la idea de irme a otra secundaria, pero cuando mi mamá me dijo que me inscribió en la 45, de inmediato me puse de buen humor y ya no veía la hora de entrar.

Mi mamá me acompaña a la secundaria porque le faltó entregarle unos documentos al director. Ella ya había venido antes, pero entre tanto alumno que hay, se le olvidó en dónde está la dirección. Justo va pasando un muchacho un poco más bajo que yo, moreno y con un peluche navideño en sus manos.

—Jovencito, buenas tardes —le habla mi mamá—, ¿me puedes ayudar a decirme en dónde está la oficina del director?

—Estem, sí —responde—. Se va por aquí derecho —señala—, va a ver un árbol grande y ahí al lado está la dirección.

—Ay, muchas gracias, muchacho —le sonríe.

—Por nada —igual le sonríe.

—Mamá —le hablo y ella voltea—, ¿puedo darme un recorrido por la secundaria en lo que tú hablas con el director?

—Sí, pero por favor no te vayas tan lejos por si te necesito.

—Está bien.

Mi mamá camina más rápido, dejándome a mí atrás. Aquel muchacho da media vuelta para irse, pero yo le hablo.

—Oye, bro, ¿me muestras la escuela? —le pregunto.

Se gira y se aproxima un poco.

—Es que estoy esperando a mis amigos —responde.

—Tus amigos seguro ya conocen la escuela, pero yo soy nuevo, ¿me ayudas o qué?

—Vamos pues —me dice y empieza a caminar conmigo.

Se me hace conocido... Entre más lo veo, más conocido me parece.

—No sé por qué, pero tu cara se me hace familiar... ¿Nos hemos visto antes?

—No creo, me acordaría.

—Mmm, pues quién sabe —miro al camino.

—¿Y en qué grado y grupo vas a entrar? —me pregunta.

—Aún no me han dicho el grupo, pero voy a entrar a segundo.

—Ah, yo también voy en segundo.

—¿Y cómo es la escuela y los maestros?

—Pues bien... Hay maestros más regañones que otros, pero hay unos bien chidos.

—Igual que en mi antigua secundaria entonces.

—¿Te corrieron?

—Sí —asiento.

—¿Por qué?

—Por bajas calificaciones y mala conducta.

—¿Y a poco con esas calificaciones y esa mala conducta te aceptaron aquí?

—Sí, y de hecho fue la única secundaria que me aceptó. Claro que antes tuve qué firmar unas cartas compromiso, pero todo bien.

—¿Y entonces a qué fue tu mamá con el director?

—Porque quedó un tramite pendiente y también para que me diga en qué grupo me quedaré.

—Tú no estás muy feliz de estar aquí, ¿o sí?

—Pues extrañaré mi otra secundaria y a mis amigos, pero... bueno, aquí va alguien que deseo mucho ver.

—¿A quién? Si se puede saber.

Todo cambió. Libro #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora