"¿Aún puedes caminar Cecilia?, no hay problema si descansamos".
"No, estoy bien, sigamos Antonio".
En una zona urbana destruida un adolescente y una niña iban caminando por un sendero empinado llenos de cansancio.
"En la camioneta no lo sentí, pero el camino es muy complicado y duro de seguir, hemos caminado durante media hora y los almacenes aún no están cerca", Antonio estaba preocupado, por el momento pudieron evitar encontrarse con algo peligroso, pero si tardaban más, tarde o temprano se encontrarían con algo aterrador.
Además...
"Cecilia, ¿enserio estas bien?", hablo Antonio con preocupación.
En un principio Antonio solo pensó que era el miedo de la niña por ser separada de su hermano, sin embargo, desde que comenzaron a caminar la expresión de Cecilia se volvió cada vez más aterrorizada hasta el punto de estar pálida por el miedo.
La niña pequeña tomaba su mano fuertemente mientras su respiración era muy rápida, aún si trataba de ocultarlo, sus ojos miraban para todas partes como si tratara de encontrar o localizar algo.
Al escuchar las palabras de Antonio, Cecilia se sobresalto y reacciono, "...Si, estoy bien... solo un poco cansada, pero debemos seguir, tenemos que llegar al almacén rápido", su voz titubeo un poco, pero al pronunciar las ultimas palabras había cierta firmeza que hacia notar su desesperación de reunirse con los demás.
Antonio frunció un poco el ceño, no era la primera vez que Cecilia se veía así de asustada, anteriormente ya había visto esa expresión en ella cuando despertó y no vio a su hermano, era normal que ella se pusiera ansiosa en esas condiciones, pero actualmente más que ansiosa por estar separada de él, Cecilia parecía temerosa de algo más.
Los ojos de Antonio se abrieron con sorpresa.
"Chegi... el oso, el oso... ¡no puedes dejar que el oso te coma!", esas fueron las palabras de Cecilia en esa ocasión, y desde entonces la pequeña se comporto extraño en algunas ocasiones.
Posiblemente era el miedo persistente en su corazón al estar en el exterior y saber la forma en que murieron sus padres, pero había algo más, Cecilia también comenzó a comportarse así desde que se escucho aquella trompeta.
Antonio no sabía si realmente había una relación entre ello, sin embargo, sentía como si estuviera olvidando o dejando pasar una cosa importante.
"Cecilia, ¿a que le tienes tanto miedo?", Antonio no pudo evitar decir a la pequeña.
Cecilia abrió los ojos con sorpresa, había mucha vacilación en su rostro, pero al ver la mirada seria de Antonio ella no pudo evitar hablar con voz temblorosa.
"Pero... pero todos estaban muy tensos, yo... yo no quería preocuparlos, también... no quiero asustarte Antonio, más cuando es mi culpa que nos perdiéramos".
"Esta bien, me sentiré peor si sigues ocultandolo", Antonio contesto seriamente.
Cecilia todavía dudo un poco, pero finalmente termino confesando.
"Hay... hay algo mirándonos".
Antonio se quedo rígido por las palabras inesperadas de Cecilia, sin embargo, ella todavía no terminaba de hablar.
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Soy una Ardilla en el Apocalipsis
FantasyMairena, después de morir de una manera realmente tonta y vergonzosa, se da cuenta que el limbo para ir al cielo no es como ella pensaba, lo primero que aparece ante ella es... ¿esponjosidad? Esta es la historia de una chica que no solo tuvo la mala...