Capitulo #116. La capital (2).

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Un enorme portón negro con un rechinido se abrió, como ya no había electricidad fue un hombre de complexión robusta quien manualmente abrió las puertas. 

Detrás de ese gran portón una mansión igualmente magnífica se encontraba, ya un poco desgastada, como si algunas peleas o derrumbes hubieran ocurrido, sin embargo, eso no borraba su apariencia espléndida.

La mansión no mostraba excéntrica riqueza para ser la familia Alves quien viviera en ella, pero esa sencillez la hacía ver de alguna forma más modesta y culta, algo que representaba el temperamento de sus dueños.

La camioneta blindada que había acompañado a Derek y Daisy por todo su camino, finalmente llegó frente a la mansión, estacionándose cerca de varias personas que esperaban expectantes por recibir a Derek.

Entre esas personas que parecían ser sirvientes, tres figuras resaltaban drásticamente, parados en el centro y mirando sin pestañas las ventanas de la camioneta, dos con lágrimas en los ojos y el otro con un rostro de ira, tenían atmósferas tan distintas pero si los mirabas con atención se notaria cierta familiaridad con Derek.

Aquellas con lágrimas eran Analía y Zoé Alves, la madre y hermana de Derek, las cuales no habían podido dormir durante semanas por su preocupación por este, ambas eran muy parecidas físicamente, lo único evidente era la diferencia de edad, mientras que Analía era una señora con una belleza recatada y pulcra pulida por los años, Zoé se veía como una adorable joven en sus veintes extrovertida llena de energía.

Por otra parte, Desmond era como una versión adulta de Derek, con la diferencia de tener algunos rasgos más toscos, ambos fácilmente serían reconocidos como padre e hijo.

La puerta de piloto y copiloto se abrió, los primeros en salir fueron Hugo y Leo, los cuales saludaron rápidamente con respeto a Desmond.

"Mi señor, mi señora, joven señorita, disculpen la demora, el joven maestro ya está aquí", Hugo se inclinó ante Desmond, en su rostro un poco de felicidad era apreciable.

Las demás puertas de la camioneta se abrieron, un jadeo silencioso salió de varios sirvientes, enredaderas, no, un dragón de plantas comenzó a formarse y tomar tamaño, no solo eso, sino además, cuidadosamente sacó a dos chicos vendados de sus piernas.

Pronto otros dos niños saltaron mirando para todas partes con obvia sorpresa y curiosidad, detrás de ellos, una mujer de cabello rizado salió sonriendo cortésmente.

"¿Toñito?", Analía jadeo con sorpresa, ella rápidamente reconoció a Antonio que era llevado por Drakón, "¡¿Eres Toñito, verdad?!, ¡oh santos cielos, ¿quién te hizo eso?!"

Antonio sonrió con incomodidad, "Estoy bien señora Analía, me estoy recuperando sin problemas", él dijo.

"Solo di nombres, Leo llama a...", Desmond comenzó a hablar, sin embargo, pronto alguien más se unió a la conversación.

"No se preocupe mi señora, le aseguro que los culpables ya fueron castigados debidamente", John habló mirando a Analía mientras ayudaba a Ana a bajar.

Ana sonreía con lágrimas de alivio mirando fijamente a las personas que los esperaban afuera de la mansión, "¡Nana!", Zoé corrió y abrazó a Ana, Ana le regreso el abrazo despeinando un poco su cabello.

"Te ves bien, y yo pensando que ya te habías vuelto un anciano sin fuerzas", Desmond resoplo.

"Jojojo, estuve preocupado por nada, al parecer el maestro sigue teniendo esa actitud insolente de siempre, supongo que la familia Alves aún sigue en pie", John sonrió amablemente.

"Hiciste un buen trabajo en servir a mi rebelde hijo, ya estás anciano así que te dejare descansar, no tortures más tus pobres y frágiles huesos", Desmond le devolvió la sonrisa a John.

Soy una Ardilla en el Apocalipsis Donde viven las historias. Descúbrelo ahora