Al mirar hacia todas partes la misma vista llegaba a los ojos, verde denso, enormes troncos del ancho de un elefante e increíbles flores que parecían sacadas del videojuego de Mario, a pesar de todavía estar en las afueras de la ciudad, era obvio que esta ya no era para nada un sitio urbano sino un amazonas enorme y aterrador.
“No hay forma de seguir el camino con una camioneta”, Hugo hablo después de comprobar el espacio de la ahora destruida e irreconocible avenida principal de entrada.
La ciudad ya no podía llamarse ciudad, desde lejos parecía una inmensa mezcla entre bosque y selva, enormes pinos y palmeras que anteriormente debieron ser decorativas rodeaban como si se tratara de una muralla, los pocos edificios que se veían de pie ya estaban practicamente ocultos o indistinguibles al ser engullidos por la naturaleza.
Debido a que ciudad Mónica se encontraba rodeada de cerros, daba la sensación de estar construida en un pozo, la altitud en donde se encontraban Daisy y su grupo era suficiente para ver casi la totalidad de esta, o bueno, la casi totalidad de lo que se había convertido.
Con la impactante vista, para Daisy era como estar viendo una ciudad abandonada de siglos pasados cuyo territorio ya había sido reclamado de nuevo por la madre naturaleza.
“Daisy, intenta guardar la camioneta en tu madriguera”, Derek se dirigió a la ardilla que todavía seguía aturdida.
“Lo intentare, creó que en los almacenes hay espacio”, después de pedirle a todos que tomaran las cosas importantes, Daisy toco la camioneta, buscando internamente un lugar adecuado finalmente la guardo.
Dejando salir un suspiro de alivio Daisy se tambaleo, por suerte no se equivoco, de lo contrario al almacenar la camioneta en un sitio no adecuado, definitivamente hubiera aplastado o destruido varias cosas.
“¿Estas bien Daisy?”, John hablo al ver la incomodidad de la ardilla.
“Si, solo siento como si hubiera comido mucho de un solo bocado…”, Daisy contesto mientras masajeaba su estomago.
Antes ya había guardado una gran cantidad de cosas e incluso muebles, sin embargo, nunca algo tan grande y pesado como una camioneta, al parecer no hay problema con el número de cosas que guarde o el intervalo de tiempo de guardado entre una cosa a otra, pero si quiere guardar cosas tan grandes y pesadas habrá malestares.
“Recuerden tener a la mano el herbicida, también hay que ponernos repelente para insectos antes de entrar”, Ana dijo mientras sacaba los tubos de crema de su mochila.
“¡De acuerdo!, Chegi tienes que ponerte mucho o de lo contrario los mosquitos te perseguirán”, Cecilia después de tomar uno de los tubos corrió hacia Cesar mientras lo miraba seriamente.
Cesar era de esas personas que por alguna razón los mosquitos adoraban picar.
Recordando que ahora los insectos eran también horribles criaturas come carne de proporciones aterradoras solo antes vistas en Australia, Cesar se estremeció para después tomar rápidamente el repelente en manos de Cecilia.
“Todavía estamos en invierno, no hace tanto frio pero por lo menos esperemos que eso este a nuestro favor y haga que tanto las plantas como insectos sean menos activos”, John hablo ajustando unos guantes negros en sus manos.
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Soy una Ardilla en el Apocalipsis
FantasyMairena, después de morir de una manera realmente tonta y vergonzosa, se da cuenta que el limbo para ir al cielo no es como ella pensaba, lo primero que aparece ante ella es... ¿esponjosidad? Esta es la historia de una chica que no solo tuvo la mala...