Capitulo #55. Érase una vez una niña (2).

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No recuerda si ese nombre se lo dio ella a sí misma o alguien se lo dio, solo sabe que ha estado en un orfanato desde que tiene memoria y que sus padres biológicos la abandonaron desde que era un bebe.

Ese fue el primer abandono de Mairena.

Pero ella estaba bien, el orfanato era pobre y estaba en una localidad un tanto apartada e infértil, pero por lo menos tenía pan para rellenar su estómago.

Las maestras les daban la atención suficiente y la directora era muy amable.

Pero no eran mamá ni papá.

El tiempo y atención tenían que repartirlo entre todos los niños, y no era que verdaderamente los amaran.

"¡No, esperen, algún día tendré una familia, no quiero a esos papas que me abandonaron!"

Los pensamientos de la pequeña niña de cinco años eran radicales, Mary que llegó mucho después que ella y era mayor le había contado que los niños que estaban en un orfanato eran porque sus padres no los querían.

Si sus padres no la querían, entonces ella tampoco los quiere.

Eso decía y al mismo tiempo era su manera de hacerse creer que no le importaba ni dolía.

Las maestras siempre le dijeron que era una niña inteligente, sin embargo, su único 'defecto' por el que a veces los demás niños mayores se burlaban de ella era que tenía un retraso en el lenguaje.

Cuando se ponía nerviosa hasta podía llegar a tartamudear sin parar la misma palabra.

Una vez, la triste Mairena al ver como adoptaban a un compañero de juegos, le pregunto a una de las cuidadoras si ella también podría tener una familia.

Como en el cuento de "Nancy y el campo de la abuela"

Como eran pobres y solo había una televisión, los gastados cuentos eran la manera en que Mairena aprendía sobre lo que era una familia.

Su idealización hacía que pensara lo feliz que sería si su madre la abrazara y su padre la llamara tesoro.

Si ella tuviera una familia tendría todo el amor de sus papas solo para ella, los elogios, regalos y en las noches no importaría si tuviera miedo del monstruo escondido bajo la cama, ellos la protegerían.

Tal como Nancy en el cuento.

La cuidadora a la que ella hizo la pregunta solo sonrió y le dijo que sí.

Lamentablemente, una Mairena de seis años comprendió que las familias no eran como la de Nancy.

Los papas y las mamas no eran seres solo de amor.

Y que sus palabras, así como podían hacerla feliz, también podían destrozar de la forma más dolorosa su corazón.

La primera adopción de Mairena termino en un abandono.

Esa fue la segunda vez que fue abandonada, y el comienzo de una horrible racha de amparo para regresar de nuevo a la orfandad.

Jamás olvidara aquel día que se durmió felizmente en el auto ya que le dijeron que irían de paseo, solo para despertar de nuevo en el orfanato.

Soy una Ardilla en el Apocalipsis Donde viven las historias. Descúbrelo ahora