Capitulo #130. Algo extraño (2).

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Leticia se puso demasiado pálida, los temblores que antes había podido controlar ahora fueron imposibles de amainar, un miedo aterrador casi hizo que ella gritara de horror.

'Debo estar equivocándome... es imposible... es imposible que Paulo esté vivo si no respira...', Leticia apretó sus puños castañeando los dientes.

Por alguna razón, sus huesos y piel sentían un frío escalofriante impregnado su cuerpo, como si la temperatura de las ruinas hubiera bajado cinco grados más.

Ella valientemente y para deshacerse de ese aterrador pensamiento posó una de sus palmas frente al pecho de Paulo, en el centro con una ligera inclinación hacia la izquierda, dónde debería estar el corazón.

El rostro de Leticia perdió toda la sangre automáticamente.

El corazón de Paulo no latía...

La cosa que estaba frente a ella prácticamente... era un cadáver.

Leticia levantó rígidamente su mirada, sus piernas ya habían perdido las fuerzas incluso para correr, su cuerpo solamente podía temblar.

Y allí, Paulo... o mejor dicho, el cadáver de Paulo, imitando con movimientos sumamente antinaturales, hizo una expresión de sorpresa, para después poco a poco cambiarla por una sonrisa.

Una sonrisa que no copio mirando el rostro de Leticia, una sonrisa que Leticia nunca mostró, pero que era muy clara la intención.

Era una sonrisa burlona, como si estuviera divirtiéndose por el pánico, e incluso, como si mirara a Leticia como una hormiga inferior.

"¿Q- Quién eres?", Leticia raspó su garganta para muy apenas poder pronunciar esa pregunta.

Daba miedo, de hecho no sabía por qué había preguntado ya que realmente no quería saber la respuesta, ella sabía, instintivamente sabía, que fuera lo que fuera lo que estaba frente a ella...

Ya no era Paulo.

El cadáver de Paulo no soltó ningún sonido como siempre desde su despertar, y sin cambiar de rostro, agarró con fuerza a Leticia y la levantó casi arrastrándola, obligándola a ir junto con él hacia el interior más profundo de las ruinas.

"¡E- Espera!, ¡no le diré a nadie!, ¡haré lo que me digas!, ¡lo juro, lo juro!, ¡no me mates!", Leticia comenzó a gritar entre sollozos.

Ella levantó la voz lo más que pudo, la fuerza de agarre de Paulo era demasiado, solo la estaba jalando pero Leticia ya sentía su brazo cayéndose, ella tenía la leve esperanza de que los cinco hombres afuera escucharán su pánico y fueran ayudarla.

Lamentablemente, ella había olvidado que aquellos hombres eran igual de egoístas que ella, y no la salvarían si eso significaba peligro para ellos.

Pronto, un nauseabundo olor a descomposición, mucho peor que aquel que rodeaba a Paulo, golpeó su nariz provocando varias compulsiones de asco en su garganta.

Leticia tapó su boca aguantando las ganas de vomitar, ella miró al frente, y entonces, el horror se plasmó en todo su rostro.

Sus piernas perdieron toda su fuerza cayendo de rodillas al piso, sin embargo, Paulo la siguió arrastrando sin verse afectado por ello.

Frente a ella, hacia el lugar donde Paulo la llevaba, habían muchos cadáveres... no, cuerpos todavía con vida pero mutilados y con partes ruñidas.

Seres vivos que estaban en las puertas de la muerte, pero aún vivos y en un estado devastador.

Había de todo, animales grandes y pequeños, humanos tanto hombres como mujeres, e incluso, niños.

"No... n-no, no", Leticia comenzó a llorar, podía imaginar su destino.

Soy una Ardilla en el Apocalipsis Donde viven las historias. Descúbrelo ahora