—La ciencia se trata de hipótesis, teorías y códigos creados a partir de
hechos que han sido probados con el tiempo. Las matemáticas están hechas de absolutos, donde solo hay una única respuesta correcta a cada pregunta. Pero con la música, el arte, la literatura, las posibilidades son infinitas. No hay un código específico ni una pregunta qué haga que una pieza de literatura sea
denominada buena. Hay millones, literalmente. Y aquí está la sorpresa. Es todo completamente subjetivo. Una canción puede dar placer al oído de una persona, mientras que irrita completamente el oído de otra. Entonces, ¿eso la hace buena, mala o simplemente promedio? ¿Qué opinan? ¿Qué hace muy
buena a la literatura buena? ¿Qué la hace superar la prueba del tiempo hasta que estamos aquí, años, décadas y siglos después, discutiéndolo en un salón de clases?
Desde el fondo, una voz masculina supuso—: ¿Es por ser lo suficiente
aburrida? Plegando mis manos en mi cintura, esperé pacientemente para que la risa muriera, luego asentí al estudiante, dejándole su respuesta.—Puede ser aburrida para usted, señor Gale. Pero obviamente no es aburrida para alguien más, o no hubiese sido publicada, y republicada, y luego republicada
de nuevo tantas veces, así que... inténtelo de nuevo.
Él no tuvo otra respuesta ingeniosa, por lo que se encogió de hombros y
se desplomó en su silla. Me encogí de hombros también, lo que tiró los puntos de sutura de mi brazo. Con un gesto de dolor, conseguí cubrirlo brevemente, desviando mi mirada no muy lejos de Gale, a donde se sentaba Peeta.Hace una semana desde que me dormí en sus brazos, los suficientemente drogada para decir cosas que sabía no debería pero lo suficientemente sobria para recordar todo lo que dije. Supe que también se quedó hasta la mañana
porque tomé algo a las tres debido a mi garganta sedienta y él seguía ahí, junto a mí, manteniéndome caliente, protegiéndome. Pero se había ido para cuando mi alarma sonó, despertándome a las cinco y media. Y ahora, aquí nos encontrábamos, ocho días después, a cada lado del salón, mientras una línea de decencia nos separaba de estar juntos.Él se sentó en su silla con sus largas piernas flexionadas y cruzadas en los talones al tiempo que golpeaba ligeramente su lápiz contra la libreta en su escritorio. Sin embargo, sus ojos estaban en mí. Y ellos se estrecharon cuando se lanzaron a mi mano cubriendo la herida. Dejé caer mis dedos y puse mi atención en la chica del frente levantando su brazo. —¿Sí?
—Nos provoca emociones —respondió Sydney Chin. Con un asentimiento aprobatorio, le di una sonrisa brillante. —Muy bien, señorita Chin. —Volteándome a los otros, comencé a caminar hacia el otro lado del salón—. Las personas recurren al arte para encontrar una emoción. Vamos a ver una película de terror para tener miedo, o una comedia para reír. Con los libros pasa lo mismo, salvo por todos los efectos especiales en una pantalla. De hecho, tienen que usar su imaginación. —Di un golpecito a un costado de mi cabeza—. Y la mejor parte de usar la imaginación es que cada persona en este salón puede leer la misma línea en una página, y retratarán algo totalmente diferente en sus cabezas. Todos sentirán algo distinto al respecto, porque vienen de distintas partes del mundo, fueron criados bajo valores diferentes, influenciados por distintas personas, enseñados por diferentes antecesores.
Dos personas son diferentes, por lo tanto dos opiniones tampoco pueden ser iguales, y por esa razón evalúo únicamente ensayos. Creo completamente que no hay respuesta equivocada a la opinión sobre una historia... siempre que se
pueda tener suficiente razones para secundar una opinión. —Miré hacia el reloj en la pared—. Lo que me recuerda, llevo leyendo la mitad de los trabajos que me entregaron las semana pasada, por lo que debería entregárselos el próximo jueves.
Extendiendo los brazos, le mostré al salón una larga sonrisa.—Y con eso, chicos, los veré el martes.
Un suspiro colectivo se expandió sobre el salón. Por el modo en que ellos se lanzaron a recoger sus cosas e irse, podría pensarse que estaban excitados por escapar. Mmm. Sacudí la cabeza. Una multitud difícil. Oh, bien. Sidney Chin parecía interesada en lo que había dicho. Una oyente era mejor que ninguna.
Mis hombros se desplomaron, haciendo que el dolor en mi brazo lesionado palpitara incluso más.
Masajeé el lugar sensible mientras el grupo de atletas de la parte trasera salía del área de asientos. No pude contenerme de mirar hacia Peeta. Gale le hablaba animadamente, pero él debió haber sentido mi mirada porque me echó un vistazo. Todo dentro de mí despertó a la vida. Era como si este hombre sostuviera el interruptor de mis endorfinas de felicidad.
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La Dra. Everdeen.
RomanceTercer año en la universidad. Atleta estrella. La constante atención del sexo opuesto. Hasta que una persona vislumbra al verdadero yo. Nunca esperé conectar con alguien así o querer más allá de una noche. Esto podría ser algo real.