Katniss.
—Comenzaremos con Matar un Ruiseñor el lunes, que de hecho es uno de mis libros favoritos, así que, si alguien quiere impresionarme, es mejor que haga un buen esfuerzo con esta historia. ¿Entendido?
Cuando media clase gimió, negué con la cabeza y sonreí. Siempre habría opositores, pero por lo general encontraba a una o dos personas que amaban la literatura tanto como yo. Y ese era el por qué seguía enseñando, el por qué
seguía viniendo cada día, emocionada por compartir mi apreciación con ellos. Me deleitaba al conocer estudiantes como la chica en la esquina trasera, que se
sentaba en una silla de ruedas mientras escuchaba ansiosamente todas mis opiniones sobre la última historia que leímos.Abrí la boca para decirle a mi clase de segundo año cómo lamentaba que no estuvieran tan entusiasmados por empezar la historia como yo, pero sonó la
campana, interrumpiéndome. Aún saltaba cada vez que pasaba. Era una de las pocas cosas que extrañaba de enseñar en la universidad. Pero aparte de eso,
me sentía bastante feliz aquí.—Qué tengan un buen fin de semana —dije por encima del estruendo de mis estudiantes reuniendo sus cosas y haciendo planes con sus amigos.
Por una vez, me sentía feliz de que estuvieran impacientes por irse,
porque yo también lo estaba. Esta era mi última clase por el día, y me sentía ansiosa por encontrarme con Peeta para ver cómo estuvo su día.Comencé a coger todo lo que quería llevar a casa conmigo cuando vi a
alguien acercándose a mi escritorio por la esquina de mi ojo. Poniendo las manos en sus caderas y frunciendo el ceño por encima de
un familiar par de ojos color azules, siseó—: No puedo creer que me pusieras una C en ese trabajo. ¿Qué diablos, Katniss?Suspiré. —Brandt...
—Es decir, sé que dijiste que no ibas a mostrar favoritismo si tomaba tu
clase, pero, ¿en serio? ¿Una C? En realidad me esforcé por hacer un buen trabajo.Sabía que no debería hacerlo porque lucía genuinamente molesto, pero sonreí cariñosamente ante el recuerdo que me trajo esta conversación.
—Y aun así, perdiste totalmente el objetivo del trabajo —le dije.
Abrió la boca para responderme. Era demasiado parecido a su hermano como para no replicar. Pero un par de chicas que se reían al pasar llamaron nuestra atención.
—Oh, Dios mío, ¿viste al nuevo profesor de economía? Es tan ardiente. Brandt gimió mientras la otra chica se acercaba a su amiga y cogía su brazo.
—Lo sé. Me pregunto cuál es su nombre, porque quiero estar en esa
clase.—Diablos, sí. He oído que también es el nuevo entrenador de fútbol.
—Sí —dijo Brandt finalmente, sorprendiéndolas al interrumpir su sesión de chismorreo. Cuando levantaron sus rostros y descubrieron que era Brandt Mellark quien les hablaba, se detuvieron de golpe y abrieron la boca.
Oí a una chica llamar a mi cuñado el bombón de segundo año la semana pasada, así que suponía que las chicas debían haberse detenido con asombro al encontrarse a sí mismas bajo la atención del bombón.
Les dio una conocedora sonrisa.
—Y su nombre es Mellark. —Hizo una pausa dramática, esperando a que entendieran, y las chicas jadearon al darse cuenta antes de que añadiera—: Es mi hermano.
Sus miradas se desplazaron rápidamente hacia mí. Todos en la
secundaria East Ellamore sabían de mi relación con Brandt. Sus caras se
sonrojaron, y las chicas comenzaron a hablar al unísono.—Lo sentimos, señora Mellark —comenzaron, hablando por encima de la otra—. No queríamos faltarle el respeto. Negué con la cabeza e hice que se callaran.
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La Dra. Everdeen.
RomanceTercer año en la universidad. Atleta estrella. La constante atención del sexo opuesto. Hasta que una persona vislumbra al verdadero yo. Nunca esperé conectar con alguien así o querer más allá de una noche. Esto podría ser algo real.