Katniss

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Me encontraba vacía. Un cascaron vacío.

Mirando las tumbas de mis padres, me pregunté por qué no lloraba, por qué no había perdido una sola lágrima por sus muertes. A mi lado, Rita sacudió su nariz en un pañuelo y frotó ligeramente sus ojos. Extendí la mano y palmeé su brazo, tratando de ofrecerle un poco de consuelo, pero ¿cómo le ofrecía algo cuando yo no tenía nada? ¿Cuándo no sentía nada? Los últimos días habían sido un completo borrón. Después de "renunciar" a mi posición en Ellamore. Había ido a casa y empacado un bolso, lista para dejar el pueblo por un par de días para, no lo sé, encontrarme. Reacomodar mi vida. Hacer planes para el futuro.

Ocultarme de Peeta.

Pero mi ama de llaves llamó cuando guardaba un par de vaqueros en mi
equipaje. Y ahora mi miedo más grande se había hecho realidad. Mis padres habían muerto antes de decirme que me amaban o incluso de mostrarme que les importaba. Sabía que debía haberme sentido destruida, perdida, sola, sin esperanza. Pero no. Nada. Era solo un gran vacío absoluto, una vacante donde nunca habían llenado mi corazón.

Me había preparado para escuchar acerca de mi padre. En el hospital,
con neumonía y al perder su pierna por la diabetes, sabía que este destino se acercaba a él. Pero no murió así. De hecho, mamá lo llevaba del hospital a casa cuando tuvieron un choque de frente en la autopista. Ambos muertos. Inmediatamente. ¿Conmocionada? Sí, bastante. Definitivamente me hallaba en estado de conmoción. Tal vez esa era la razón de que estuviera tan entumecida. O tal vez
solo era una bruja sin corazón. Tal vez Mallory y Richard Everdeen me
contagiaron y ya no podía sentir nunca más. Pero cuando pensaba en Peeta, sabía que no era cierto. Porque solo de proyectar su rostro en mi mente, ya no me sentía entumecida, sino que dolida y rota.

Quizá mis padres nunca me mostraron el amor, pero sí conocía como era. Sabía cómo se sentía hallar a alguien por el que valiera la pena vivir, arriesgar todo por ese amor, y sacrificar todo por ello. Era hermoso e increíble. Así que ya no lo anhelaba de los dos cuerpos tendidos en el frío y duro suelo. Podrían llevarse su maravilloso amor con ellos, a donde quiera que fueran. Arrojé una rosa en cada tumba abierta y me giré, lista para terminar con esto. Solo una docena de personas se encontraban presentes en el cementerio.

Reconocí a colegas de Richard y Mallory —el padre de Zack de pie cerca de la parte de atrás— pero eso era todo. Ningún amigo, ninguna otra familia. Solo personas del trabajo. Un crujido vino detrás de mí, y sabía que Rita se apresuraba para alcanzarme. Desaceleré lo suficiente para que me alcanzara, luego enganché mi brazo con el de ella, y caminamos hasta el coche negro que nos esperaba.

—¿Soy una persona horrible, Rita? —pregunté en voz alta. Cálidos dedos rodearon los míos y estrujaron fuerte. —¿Por qué creerías semejante cosa, niña?

—Ellos me criaron —dije—. Me mantuvieron saludables y vestida, con un techo sobre mi cabeza. Pagaron por mi educación y me ayudaron a tener un buen comienzo en la vida. No tendría nada si no fuera por ellos. ¿No tendría
que deberles más que esto? ¿No debería... lamentarlo?

—Oh, cariño. Solo estás conmocionada. La negación es una etapa muy real del duelo.

Negué con la cabeza.
—No. No. Sé que se han ido. Sé que... —Nunca los vería de nuevo. Deteniéndome a seis metros del coche mientras todavía éramos
solo nosotras dos, me giré hacia ella—. Estoy aliviada —confesé finalmente—.Pasé toda mi vida preocupada por decepcionarlos, esforzándome por ganar su
amor. Y ahora... soy libre. Perdí mi trabajo esta semana, y mi mayor miedo era como iba a decirles. Pero ahora no tengo que preocuparme por eso. Nunca más tendré que preocuparme por ganar su aprobación. Rita hizo un sonido con su lengua y me cogió para abrazarme.

La Dra. Everdeen.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora