Sobra decir que cuando volví, todos me observaron curiosos y sin disimulo, poca importancia tenía ya, arreglar el asqueroso corte que me había hecho estaba en las últimas cosas pendientes de mi lista de prioridades, la cuál era variada:
1.- Matar al presidente (algo ya obvio para este punto)
2.- Decirles a mis hermanos sobre papá.
3.- Elaborar el plan para el objetivo 1.
4.- Hablar con James, y eso incluía decirle sobre el beso, después de todo, él no tenía la culpa de mis problemas.
5.- Contactar a Merek.
6.- Comer helado de limón, quizás con James.Si bien, las prioridades eran importantes, eso no significaba que lo haría en ese orden. Al entrar a la sala de juntas -que también era nuestro comedor "privado"- todos se callaron.
Reí por lo bajo y me dirigí a mi silla, me senté, apoyé mis codos en los laterales de mi asiento, junté las manos y crucé las piernas.
Al instante me bombardearon con preguntas, cada vez hablando más fuerte y rápido, impaciente, levanté una mano y todos se detuvieron, menos Landon.— ¿Qué carajo te pasó? —preguntó señalando mi cabello.
— Se encogió, siguente pregunta.
Landon sonrió lobuno y asintió.— Mario no sabe absolutamente nada más allá de que estaba en un huevo, lo que no tiene sentido —continuó Daniel—. Explícanos tú. Desde el inicio.
Entorné los ojos, buscando a mis hermanos, los cuales me miraban expectantes. No podía decirlo así como así, debía tener tacto, al menos con ellos dos.
— El hombre con el que nos reunimos, me dijo algo que me confundió.
— ¿Te confundió? ¿Solo eso? —cuestionó Daniel.
— ¡Te lanzaste del puto edificio! ¡DEL MÁS ALTO! —gritó Landon. Y no me arrepiento.
— Adalid, sé sincera, por favor, todos aquí entramos en pánico cuando te vimos desaparecer ¿Qué pasó? —insistió Daniel.
— Es difícil de explicar —con mis hermanos aquí.
— Lid, tú no eres así, tan vaga en tus respuestas —comentó Osiris.
Miré a mis hermanos. Tragué saliva y crucé los brazos.— Niños, salgan, hablaré con ustedes después —pedí y al instante reprocharon, ambos—. Prometo decirles que pasó, pero tengo que hablar con ellos primero.
— ¿Ahora qué ocultas? —se quejó Mika—. ¿Tan indiferentes somos para ti? ¡Queremos saber! Estamos cansados de tus excepciones.
— Nos excluyes de todo —susurró Lukas.
— De verdad, es mejor si les digo en privado después, ahora debo-
— ¡Siempre es después!¡Queremos saber que pasa ahora! —interrumpió Mika—. Esto también nos afecta ¿qué no te das cuenta?
Sus ojos enrojecidos, sus puños apretados y su mirada de odio, dolía en cada parte de mí.
— Mika... —todos estaban callados, mirando como discutíamos, pero no podía concentrarme en ellos.
— ¡Deja de tratarme como si no supiera nada de lo que está pasando! —me levanté de mi asiento, empezando a molestarme.
— Les diré después, ahora, salgan, por favor —mi voz salió dura, eran mis hermanos, pero mi paciencia no era infinita.
— ¡Deja de mentir! ¡ya no somos pequeños! —cerré los ojos tratando de no explotar, otra vez.
— ¡Deja de fingir ser mamá! ¡ELLA YA ESTÁ MUERTA!
Habían muchas cosas que podía soportar de Mika, muchas, que me insulte, desprecie, o grite, pero no pude aguantar ese comentario y lo intenté, de verdad que sí, pero todo ser humano tiene límites y yo no iba a ser la excepción.
Las palabras salieron de mi boca, sin poder detenerme o controlar lo que dije o como lo dije. Sin poder notar la repugnante mirada que le dirigí.

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Azul Tormenta
Historical FictionMuerte en la Guerra. A lo largo de 60 años, una isla ha surgido al sur del océano pacífico, provocando la guerra entre países, peleando por un territorio del tamaño de Europa. De insultos, hasta virus mortales, son algunas de las maneras en las que...