23. Adiós, Adalid

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POV. James

Preferí darle privacidad, así que me quedé en la sala, haciendo tarea, la señora Bojovníci había llegado hace poco, pero se veía sumamente preocupada

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Preferí darle privacidad, así que me quedé en la sala, haciendo tarea, la señora Bojovníci había llegado hace poco, pero se veía sumamente preocupada.

— Lessy, ¿Se encuentra bien? —le pregunté al verla tan pálida.

— No lo sé, tengo un muy, muy mal presentimiento —respondió, tocando su estómago.

— ¿Quiere que le traiga algo? Puedo faltar al trabajo para cuidarla, no se preocupe.

— No, no te preocupes tú, James, soy la adulta, yo estoy bien —no parecía, pero aún así asentí.

— ¿Quiere que le ayude en algo?

Su semblante cambió y por un momento pareció ver algo.

— Sí, de hecho, sí, James, ¿Puedes prometerme algo?

— Por supuesto, lo que sea.

— Cuida a mis hijos.

Fruncí el ceño al escucharla.

— ¿Por qué lo dice? ¿De verdad se encuentra bien? No hay problema, puedo quedarme-

— Solo tienes que prometerlo.

La miré un poco confuso, me estaba asustando.

— Lo prometo, lo juro —le respondí, y no solo era para mantenerla tranquila, en verdad  daría mi vida por ellos.
Ella me sonrió y miré el reloj, ya casi era hora de trabajar.

Subí a la habitación de Adalid, estaba escuchando música.

— Adalid —la llamé, después de tocar la puerta y mantenerme en el marco de ella.
Vi el momento en el que cerraba sus ojos.

— Sé que no estás dormida, Hada —dije cerrando la puerta-)—. Tu mamá ya llegó, y tus hermanos también, tenemos que ir a trabajar.

Seguía sin abrir los ojos o moverse.
Bueno, quizás sea una mala idea, quizás me quede inválido o sin alguna extremidad, pero me acerqué a ella, y en su oído susurré.

— Sé que estás despierta, Adalid —su piel se erizó.
Abrió los ojos de golpe frunciendo el ceño.
Me aparté con cuidado, estaba en frente de su rostro y sonreí.

— Se ve tan jodidamente bien con ese moretón —susurró analizando mi rostro, contuve una sonrisa y me incorporé, cuando estaba nerviosa, decía lo que pensaba sin querer.

— Te pusiste nerviosa —dije sonriendo.

— No.

—No era pregunta —me daba algo de risa la situación, hasta que se levantó, acercándose con seguridad a mí, su boca estaba en mi oído y sopló un poco.
Carajo, definitivamente ella me mataría.

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