Al escuchar el grito de Rallie y el quejido de Daniel, me alarmé.
Pero me sentí mejor al ver qué no le fue a dar a mis hermanos.Jalé a los duendes y los guié al auto, aunque más que auto era una camioneta.
Mario nos siguió a la par.
Fue pura suerte que no nos dispararan.Antonio pareció entender lo que quería hacer y abrió la camioneta al tiempo que se ponía a correr.
Abrí la puerta trasera y metí a mis hermanos de un empujón.
Luego entró Mario y por último yo.Escuché como los disparos chocaban contra la camioneta y los silbidos que daban contra el aire.
Mis hermanos estaban agachados protegiéndose el uno al otro mientras temblaban.Osiris arrastraba a Daniel al auto.
Iban muy lento, paraban muy seguido y las balas los rozaban.Mierda.
No lo hagas.Me voy a arrepentir.
— ¡Cúbreme! —le grité a Antonio.
Bajé del auto a toda velocidad y me dirigí a los escombros en dónde se refugiaban.
Ayudé a Osiris a cargar a Daniel, conseguimos trotar con torpeza mientras Antonio nos cubría.
La puerta estaba abierta, la camioneta estaba a menos de 10 metros.
Pero no iba a darnos tiempo.
Aquel despreciable grupo se acercaba a nosotros demasiado rápido, incluso un segundo podría darles ventaja.
— ¡Váyanse! —ordené tirando de Daniel hacía atrás.
Casi caímos al suelo, pero Osiris nos ayudó a mantener el equilibrio.
Mario iba a salir del vehículo cuando Antonio salió del lugar a toda prisa.
Bueno, esperaba que se negara o algo, quizá que lo pensara un poquito más.
— ¡¿Qué te pasa?! —gritó Daniel empujándome.
— ¡Cállate y sígueme! —ordené con fastidioy sin ganas, y mucho menos tiempo de armar una discusión ahora.
Trotamos nuevamente hacía la casa.
No me detuve a ver a qué grupo siguieron aquellos hombres.
Mierda, está no fue una buena idea.
Por supuesto que no.Al entrar en la casa cerré la puerta con mi pie y seguí trotando.
Escuché como los disparos chocaban contra la puerta y como rompían los vidrios.
— ¿Ahora qué? —preguntó Osiris temblando.
El hombre.
¡Era un loco!
Secuestraba niños, tenía que tenerlos en algún lado, en algún lado los ha de haber escondido.
En un lugar tan común que diera miedo.
— Si secuestraras a alguien, ¿En donde lo esconderías? —pregunté.
Daniel me miró con una mueca de confusión, Osiris se puso a pensar.
— ¡En la cochera! —susurré con efusión.
El sótano tiene más sentido.
Miré rápidamente el lugar, vi la puerta que se supone que da al garaje y los jalé hacía allí.
Osiris abrió la puerta y entramos lo más rápido que pudimos.
Solté a Daniel y comencé a pisar el piso con detenimiento.
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Azul Tormenta
Historical FictionMuerte en la Guerra. A lo largo de 60 años, una isla ha surgido al sur del océano pacífico, provocando la guerra entre países, peleando por un territorio del tamaño de Europa. De insultos, hasta virus mortales, son algunas de las maneras en las que...