19. El amor es...

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POV. James

Cuando casi terminó el descanso, regresé a mi trabajo

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Cuando casi terminó el descanso, regresé a mi trabajo.
La tienda estaba medianamente vacía, solo habían unas 8 personas, pero aún así el bullicio no dejaba de estar presente.

El silencio solía ser como cualquier cosa irrelevante, no me molestaba, solo estaba ahí, pero cuando había silencio en casa, daba miedo, porque no sabía dónde estaba papá.
Por esa razón, el ruido ha sido reconfortante casi siempre.
Quizás esa fue una de las razones por las que quise trabajar en una cafetería, seguí mi camino a la parte trasera, en dónde había dejado mi informe.

Marton estaba comiendo un palito de pan cruzado de brazos recargado en la pared que daba a la puerta, estaba escondido en la parte trasera de la tienda.
Me saludó con la cabeza, parece que también le habían dicho lo del salario.

Tomé mi delantal verde y me lo puse, decía "Jammy" en letras rojas, por alguna razón, quizás para más comodidad, nos asignaban un apodo, su hubiese elegido sería JamJam, así me decía Lid, de vez en cuando, pero lo hacía.
Mi vista se desvío hacía el musculoso chico de tez morena, Marton parecía perdido, quizás el necesitaba el dinero tanto como yo, aunque no lo sabía, no solíamos hablar sobre cosas así.
Sonreí ligeramente y salí de ahí, comenzado a trabajar.
Marton llegó a los minutos con una sonrisa notablemente forzada, quizás la mía estaría igual.
Miré a mis demás compañeros, parecían igual de perdidos, el ambiente estaba tenso, y los clientes lo notaban.
Se iban al momento de pedir y recibir su orden, después casi no había nadie, solo 3 personas, pero estaban tan concentradas en sus propias computadoras y teléfonos que aparentemente no notaban la incomodidad que había en el aire. Entre nosotros nos dábamos miradas.
Decidí hablar primero, el silencio comenzaba a arder. Estaba apoyado de espaldas a la caja registradora, veía como Marton preparaba una bebida.

— Oye Marton —lo llamé, pero pareció que nombré a todos—. ¿Puedo preguntarte algo?

— Ya lo hiciste —cortó, decorando con galletas la bebida.
Retuve un suspiro. Tiene aires de Adalid ¿por qué ahora la encontraba en todo?

— Bueno, ah, ¿Alguna vez has tenido una cita? —pregunté. Él me miró de reojo, frunció el ceño y los labios.

— Oye, James, perdona, pero me gustan las mujeres, no estoy interesado —me miró de arriba a abajo—. En ti.

Auch, aunque más que dolerme me avergoncé.

— No, no no no no, no, no —negué con los brazos y con todo mi cuerpo si fuese necesario, escuché unas risas por atrás—. No te invitaba a una cita, escúchame.

Él se empezó a reír.

— Quería preguntarte cómo te gustaría tener una —me golpeé la frente con la palma de mi mano y luego me rasqué el cuello.
Marton y otros más siguieron riendo.

— Mi respuesta sigue siendo no.

— No me refería a eso —cerré los ojos y reí.
Cuando Marton dejó de burlarse, aún sin aire me respondió.

Azul TormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora