Capítulo 32: terror y disfraces

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-¿De qué se disfrazarán mañana para el cumpleaños de Gino? –Preguntó Tayl.

-Zach y yo vamos de vampiros. –Dijo John.

-Yo voy de Frankenstein. –Agregó Sam.

-Yo voy de Vecna. –contó Miranda.

-¿Y Marilyn va? –Preguntó Char. –Yo haciéndole honor al apodo voy de bruja y Tayl de monja.

-No, se queda en casa con una prima que tiene en la ciudad.

-Le agregas un par de vendas y tienes una momia. –Todos, inclusive Mir querían reír.

-¡Eres cínica Madison! ¿Tú de qué vas?

-Bueno, Gino me pidió ir de zombie como él y sus madres.

-Ese niño sabe cosas. Aunque Carla debería disfrazarse de la llorona.

-Tal vez. Me voy, tengo un par de asuntos que resolver.

Parece que hubiera cerrado los ojos el diez de noviembre y en un parpadeo sea cinco de diciembre, y en el medio hubo reuniones con mi familia, y la relación con todos mejoró, es más, estoy invitada a pasar navidad con ellos. Carla me escribió para que fuera a la biblioteca.

-¿Me buscabas Tana?

-Ajá. –Se enredó en mi cuello, e intentó besarme.

-No, si andas caliente métete en un congelador, no lo voy a hacer y no ahora ni aquí.

-Solo quería un beso. –Hizo puchero. –Y pedirte si mañana puedes ir a mi casa a eso de las dos de la tarde, para cuidar a Gino, y ya que los tres iremos de zombies nos podemos disfrazar juntos.

-Genial, ahora sí, me voy.

La tarde me la pasé entre trabajos a corregir y compras de sangre falsa y algo de maquillaje.

Al día siguiente llegué a casa de Carla a eso de las dos de la tarde, me abrió Miranda, lo que se me hizo raro, pero la saludé y mientras iba hacia el living me encontré a Gino, quién me llevó a su habitación. Se supone que debía encargarme de que se porte bien, así que lo seguí y nos pusimos a jugar a los legos.

-¿Sabes Mad? Tú haces muy feliz a mamá, porque ella sueña contigo a veces, cuando dormimos juntos suelo oírla decir tú nombre, y cuando te fuiste de viaje lloró mucho.

-¿Sí? –Okey ¿Él insinúa que ella tiene fantasías conmigo? –Ustedes dos también me hacen muy felices.

-Tú también me haces feliz, pero a mamá mucho más, una vez, cuando tú te fuiste la escuché hablando con la abuela Stella, y mientras lloraba le decía que eras muy importante para ella, y que le dabas luz en momentos de oscuridad. No sé qué significa eso.

-¡Gino, Mad, Vengan! –La escuchamos gritar.

-Vamos.

-¿Traes tú ropa en tu mochila?

-Sí, ¿la que está en la percha es la tuya? –Él asintió.

Hicimos un par de pasos hasta el living, ella no estaba, solo Miranda y un lío de maquillaje, pinceles y papel.

Luego ella entró desde la cocina, no estaba maquillada, traía un vaso con agua en la mano derecha, y el brazo izquierdo totalmente enyesado. Automáticamente me alerté, ¿en qué momento pasó esto?

-¿Estás bien? –Estaba asustadísima.

-Sí, deberías ver tú cara. –Se rio. –Es falso, parte de mi disfraz, ustedes comiencen a cambiarse así estamos listos, la fiesta comienza en una hora.

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