28. Traidor

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¿Tienes alguna idea sólida de lo que eres? —Pregunta la bruja a Mila. La neófita voltea a mirarme un momento como intentando correr la pregunta hacia mí, pero no soy quien pueda responderla en esta sesión.

Luego de un rato y de que la que ahora denomino bruja le haya hecho una intensa serie de preguntas a Mila sobre su pasado y las experiencias que recordó al reencarnar esta vez, la sentí relajarse un poco y bajar la guardia aún con el riesgo de lo que se aproxima.

He intentado mantenerme al margen estando de pie a un par de metros. Mila está sentada con las rodillas cruzadas en frente de la bruja y una manta negra con una variedad de objetos que sabrá dios para que son las separa.

Mila tiene dos piedras de cuarzo blanco en cada rodilla, según entendí, es para estabilizar su conexión astral antes de meter su alma de lleno. Nunca había visto este tipo de rituales, la gente materia es muy extraña y no hay solo un tipo, la variedad de ritos de conexión que tienen podrían fácilmente ser escritos y llenar una enciclopedia.

—Recientemente me dijeron que soy una furia. —Escucho a Mila contestar en un tono prepotente y recuerdo lo acontecido en la iglesia ese día; siento rabia en parte por la humillación que recibió y otra porque no pude intervenir hasta que ella se transformara.

Siento el aire calentarse rápidamente, asocio inmediatamente la temperatura a la fogata que yace a un lado de ambas. Me sorprende como Mila no ha reaccionado al fuego, siendo una de sus más grandes fascinaciones ahora que sabe que es parte de ella.

—¿Entraste en el mundo de la brujería por tu cuenta? —Hace mención a la semana que Mila pasó estudiando el voodoo y herbolaria con Samedi en Nueva Orleans.

—Tenía curiosidad. —Se limita a responder.

Algo no está bien, siento que son preguntas fuera de contexto.

—¿Estás segura que no tuviste ningún tipo de influencia en la ciudad oscura? ¿Qué lo hiciste por tu cuenta? —Su voz tiene un poco de sarcasmo al expresarse, como si supiera la verdad y Mila intentara estúpidamente mentirle.

—Si quiere saber si fui poseída por Laveau, déjeme decirle que no. —Escupe con ahora un humor extrañamente forzado. —Pero no negaré que admiro lo que fue, lo que hizo y sigue haciendo.

Mila...

—No sabes lo que dices. —Le refuta la mujer.

—Mila. —Intento llamar su atención acercándome a ella. No funciona, no contesta.

—Soy perfectamente consciente de lo que digo, hago y pienso actualmente; sé que usted también, tiene casi una hora intentando sacarme información que me incrimine y no le estoy sirviendo de nada. —Voltea a mirarme al articular esas últimas palabras. Sus ojos cambiaron totalmente de color y ahora su iris y sus pupilas son totalmente negros.

En algún lugar estaba perdido mentalmente para no identificar que la bruja tenia a Mila a prueba. En este mundo todos los seres que ayuden a algún neófito buscan de alguna manera el contrarresto para el sacrificio, si ella tiene pruebas que incriminen a Mila, no recibiría castigo alguno por ayudarla. La parte estúpida de la historia es que en algún momento también me pondrá a prueba por presentarme como un traidor con la condición de poder quedarme con Mila mientras esté en trance, ya lo vi venir.

—Retrocede. —Me indica la mujer.

—Pero... —Protesto y ni siquiera sé porque intervengo.

—Está lista, quédate detrás de ella. —Ordena acomodando cuarzos blancos sobre la manta negra entre ellas. Esta demás decir que el alma predominante de Mila se debilitó por completo y que se transformó a medias ¿Pero cómo?

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