—¿Estás lista? —La voz de Malec era lo único que existía para mí. Estaba acostada en la vieja cama boca arriba, los ojos cerrados y mi respiración descontrolada. Como él lo había dicho, mi miedo estaba en su máximo apogeo, no podía dejar de pensar en cómo sería, en que pasaría, y cuan doloroso podría ser.
—No estoy segura de esto. —Susurré sin mirarle, de alguna manera eso iba tanto para él como para mí.
—Yo tampoco Mila, pero necesitamos intentarlo al menos para ganar tiempo. —Intenté descifrar su semblante un par de veces, pero no conseguía nada que me dejase tranquila. Era un tipo inexpresivo, simplemente eso.
—¿Y qué se supone que debo hacer? —Por un momento supe que esa pregunta era demasiado irónica. ¿Qué debo hacer para ayudarte a que me mates?
Quizás estoy procesando las cosas demasiado rápido o solo les estoy restando importancia. En algún punto la muerte me habría dado miedo, pero ahora, con el firme pensamiento de que todo lo que sucede es parte de una pesadilla es inevitable imaginar que al morir despertaré.
Pero ¿por qué se siente tan real esta vez?
—Según el plano donde aparezcamos te explicaré lo que tengamos que hacer.
—Se levantó de la cama y lo miré caminar apresurado hacia el otro lado de la habitación.
—¿Por qué no ahora? ¿Qué estás buscando? —Levanto la cara para tener una mejor visión de todo lo que está tocando sobre mesa. ¿Trapos? Toma uno que en algún momento llegó a ser blanco y se lo amarra en la muñeca derecha.
—Por qué no sé a dónde nos lleve tu mente, Mila, debería haber una secuencia. La otra vez tu muerte coincidió con el punto y la época, por eso no sufriste tanto y por eso yo pude estar ahí contigo, pero a medida que vayas avanzando e impidiendo las cosas, habrá límites. —Inmediatamente supuse que hablaba del sueño y la parálisis del día en que lo conocí; si es que se puede decir que así se conoce a un demonio.
—¿Puedo maldecir?—Pregunté fastidiada e insegura de todo.
—No veo porque no, ya tienes en frente a un demonio, creo que soy lo peor que podría pasar si lo haces.
Sentí la necesidad de alzar la mano y acariciar su rostro por un instante, su expresión se alivió un poco y debo admitir que me sorprendió no sentir calor al hacerlo. Él era un dócil intentando ser malo. —Tú no querías ser esto. —Cerró los ojos ante mi tacto.
Por un momento sentí una conexión entre nosotros algo absurda, como si eso que dijo sobre que nuestras almas forman una misma fuese cierto. Sentía que lo conocía de toda la vida, sentía empatía por él, sentía incluso afecto por alguien que estaba preparando mi partida del mundo terrenal.
—Estoy dudando si enviarte a ese lugar. —Susurró rápidamente presionando mi mano entre las suyas proporcionándome un calor fuerte, pero soportable.
—En verdad me estoy esforzando por creer que no eres real. —Bromeé para romper la tensión. Él me regaló una sonrisa forzada y se alejó.
¿Dije algo malo?
—Es hora. —Avisó con dureza.
Respiré profundamente una y otra vez hasta que mi aliento y mi pulso se acoplaron. No quería mirarlo a los ojos, sinceramente no tenía ninguna intención de mirarlo porque sabía que iba a empezar a flaquear o llorar.
Mi cuerpo estaba temblando y sudando por el miedo, me picaban las manos, me dolía el estómago, no podía dejar de morderme la lengua, estaba a punto de un colapso por fingir que mantenía la calma.

ESTÁS LEYENDO
Neophyte
ParanormalCreer en la delgada línea que separa el mundo humano del incorpóreo resultaba algo imposible para Mila Crain, y aún más llegar a pensar que ese nombre y ese cuerpo pudieran en algún momento no pertenecerle. Luego de una serie de sucesos fuera de cu...