El aroma a esperma derretida invadió mis fosas nasales más rápido que de inmediato. Con mucha dificultad empecé a abrir los ojos, puesto que sentía mis parpados tan pesados que mi cerebro ya no parecía ser quien enviaba las órdenes.
—Fue un horrible sueño, otra vez. —Dije en un susurro, aún con los ojos cerrados.
Me sentía tan cansada que no podía simplemente levantarme de golpe, es como si mi cuerpo estuviese amarrado, pero no sentía nada que me mantuviese atada, solo no reaccionaba. Quizás otra vez estaba teniendo una parálisis del sueño.
Y si estaba experimentando otra parálisis del sueño es muy probable que Ikal estuviese cerca como aquella vez.
De solo pensarlo me causaba escalofríos. Ikal era quizás el ser más peligroso hasta ahora para mí, no porque fuese un asesino por deporte, sino, porque jamás había tenido aún encuentro con él que no fuese aquel sueño.
Ni siquiera el mismo Lucifer me causaba tanto temor como lo hacía pensar de Ikal ¿Por qué? Lo desconocido siempre es eso a lo que más te tendremos miedo, no saber cómo reaccionar, ni siquiera saber si las intuiciones resultarán verdaderas,
Solo existe el miedo.
Sentí una suave caricia por mi mejilla, tan cálida que podría incluso jurar que o yo estaba congelada o esa persona con poco más de cincuenta grados de temperatura. Esa caricia era repetitiva, una y otra vez el desplazamiento de lo que parecían ser unos dedos recorrían mi rostro, y también podía escuchar la respiración pesada de alguien cerca de mí.
El calor a mi alrededor era inaguantable, podía identificar y sentir las gotas de sudor correr por mi frente. Mi cuero cabelludo sin duda picaba por el mismo, y mi garganta estaba tan seca que podía irritarse con solo toser.
—Eres demasiado valiente para ser una simple neófita. —Susurraron cerca de mi oreja sin detener la caricia, de hecho, ahora se desplazaba hacia mi cabello. —Ya no puedo despegarme de ti, y eso no me está gustando.
La voz me parecía familiar, pero las palabras no parecían pertenecer a quien yo creía, puesto que el demonio que yo conocía jamás diría semejante cursilería.
—Sé que estás escuchándome. —Susurró esta vez tocando mi oreja con lo que parecían ser sus labios. —Vamos, pequeña, aún no tengo el placer de conocerte como se debe.
Quería que fuese Malec, deseaba que fuese él, pero en esta y otras vidas yo sabría que quien estaba cerca de mí no era quien yo quería.
Abrí los ojos de golpe y sin poder controlarme grité en un llamado desesperado por ver a Malec. Mi vista estaba total y completamente borrosa, como cuando tienes las lágrimas contenidas justo antes de soltarlas y solo había silencio a mi alrededor, estaba sentada sobre algo duro, como una cama de paja y hojas secas, sin mencionar que alrededor el olor a orine y humedad era muy fuerte.
Sentí hormigas caminar por mis manos, o por lo menos eso esperaba que fuesen. Escuchaba el viento azotar lo que parecía ser madera o quizás ventanas, sin poder ver realmente no identificaba ni siquiera si era de día o de noche, solo sabía que el lugar estaba oscuro y que sin duda había velas encendidas.
Me desesperé demasiado, no sabía ya donde estaba, con quien estaba, si me habían hecho daño o si simplemente ya no existía.
—¡Mila! —Escuché un grito a lo lejos, como si proviniera del lugar más recóndito de mi mente. Me quedé quieta unos segundos esperando volver a escuchar mi nombre, podía pensar que debido a mi desesperación por la soledad que me consumía, solamente estaba escuchando voces en mi cabeza.
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Neophyte
Мистика¡Historia ganadora del primer lugar en la categoría Fantasia en los premios #PGP2022! Creer en la delgada línea que separa el mundo humano del incorpóreo resultaba algo imposible para Mila Crain, y aún más llegar a pensar que ese nombre y ese cuerp...