La desesperación en mi pulso y salivación era tan evidente como insoportable. Conocí el sufrimiento de un ciego al percatarme de estar encerrada en un lugar remoto y sin ninguna salida de luz o aire, el oxígeno se me estaba agotando con inmediatez y la paciencia también.
Nunca le había tenido tanto miedo a la oscuridad como ahora; ya no veía imágenes en ella, ya no había voces torturándome, la penumbra, la soledad, el terror, todo aquello que el color negro a mi alrededor emanaba me hacía entender que estaba en evidente peligro y eso era mucho peor ya que no tenía la excusa de que fuese un producto de mi imaginación.
Mis manos estaban atadas juntas y por delante de mí con una especie de soga con fibras plásticas que cortaban y rasgaban la piel de mis muñecas ante cualquier esfuerzo o movimiento por soltarme.
Me encontraba de rodillas sobre una superficie húmeda y rocosa, olía muchísimo a sangre y aún con la incapacidad de mirar algo que me diera un indicio de donde estaba o si había una salida cerca, era muy evidente que la sangre que tenía mi olfato asqueado y drogado me pertenecía.
No podía corroborar heridas en mi cuerpo con las manos atadas, pero era consciente de tenerlas, no sentía un dolor tan agonizante como esperaba o debería, pero algo había atravesado mi pecho.
La idea de gritar y pedir ayuda en algún momento me resultó atractiva, pero luego de varios gritos y sabiendo el poder que estos han desatado con anterioridad en varias ocasiones, quedé sumida en terror al ver que nada sucedía, estaba en un lugar completamente ajeno mi método de defensa. Mis gritos ni siquiera tenían eco en ese lugar, no eran capaz de destruir o dañar algo, ni siquiera eran capaz de ser escuchados cerca.
Lo único que me acompañaba en aquella espeluznante oscuridad era el vago recuerdo de lo sucedido antes de terminar ahí. Era un hecho que, me volví un completo demonio al percibir el escape de almas alrededor de la vieja casa de Samedi y a la vez sentí una entidad mucho más poderosa poseerme en ese instante. Quedé totalmente desconcertada, estaba segura o al menos quería creer que solo yo era capaz de consumir almas ajenas, no que algo completamente ajeno podía dominar la mía.
El silencio en esa oscuridad cada vez me desesperaba más, no sabía si había alguna persona o demonio cerca, no tenía idea de si Samedi podría encontrarme, no sabía cómo desatarme, estaba tan asustada que solo podía recorrer imágenes en mi mente como si fuese un carrete de película antigua.
Lo que pude deducir de ese momento va más o menos así: El cuerpo de la otra Mila era una especie de contenedor de almas temporal, un aqueronte, es como si todas las almas que mi cuerpo había tomado en aquella vida hubiesen quedado atrapadas ahí, para que así al reencarnar mi alma pudiese dominar en este nuevo cuerpo.
Entiendo la desesperación de Samedi en ese momento, es responsable por todas las almas atrapadas en ese cuerpo, puesto que aunque yo las hurté, él es responsable de hacer que esas almas puedan ser protegidas y liberadas hasta el momento de tomar el camino hasta la muerte simple.
Eso tiene lógica para mí, Samedi debía proteger ese cuerpo y esas almas en lugar de detenerme al momento de convertirme, sin embargo, no logro entender que fue eso que salió del techo de la casa y no entiendo que mierdas fue lo que me atravesó el pecho en ese instante. Solo sentí algo filoso y frio atravesar mi piel, luego de eso, me desmayé por lo que quiero creer que fue un choque de almas, la mía y a la de ese otro ser dentro de mí que desconozco.
Un fuerte olor a incienso me toma desprevenida y a su vez escucho el sonido de unas campanas a lo lejos. En un movimiento brusco por intentar levantarme me caigo de lado pegando la cabeza contra la dura superficie rocosa haciéndome quejar con fuerza.

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Neophyte
Siêu nhiênCreer en la delgada línea que separa el mundo humano del incorpóreo resultaba algo imposible para Mila Crain, y aún más llegar a pensar que ese nombre y ese cuerpo pudieran en algún momento no pertenecerle. Luego de una serie de sucesos fuera de cu...