—¿Cómo tú por aquí? —preguntó Lauren al abrir la puerta de su apartamento—. No he oído que tengáis ningún acto en Manhattan.
—Pasado mañana tendremos uno bien cerca: en Nueva Jersey —dijo Dinah al tiempo que entraba quitándose la chaqueta—. Entonces me reincorporaré a la campaña.
—¿Le ocurre algo a Normani? —preguntó alarmada.
—Ella está bien —aseguró su amiga mientras avanzaba por el pasillo evitando mostrar su preocupación.
Se sentó en un extremo del sofá, en el salón, preguntándose si debía darle ya la noticia o esperar un poco. Mientras lo meditaba, viéndola servir unas copas, decidió que hablaría después de haber ingerido algo fuerte que le infundiera valor.
—Es la primera vez que tomo alcohol desde el «accidente» —dijo Lauren tendiéndole uno de los dos vasos de whisky con hielo—. El dolor se ha vuelto soportable, siempre que no cargue con demasiado peso o haga movimientos bruscos, y ya estoy cansada de sentirme drogada durante todo el día.
—¿Cómo van esos dedos?
Lauren dio un largo trago a su whisky, saboreándolo con lentitud y con los ojos cerrados.
—Despacio. Estoy haciendo ejercicios de rehabilitación con eso. —Señaló con un gesto una pequeña pelota de goma sobre la mesa—. Cuanto más los ejercite, antes recuperaré totalmente la movilidad.
Evitó hablarle de la tortura que le suponía intentar teclear con ambas manos. Había empezado a trabajar en su columna diaria, pero el desesperante poco control con que dirigía los dedos hacia las teclas solía llevarla a escribir únicamente con la izquierda, lo que todavía era más irritante y lento.
—Tengo lo que querías —dijo Dinah—. Mañana se reúnen Jerry y el senador.
—¿Aquí, en Manhattan? Su amiga asintió.
—Como te he dicho, pasado mañana da un mitin en Nueva Jersey. Y ya sabes que suelen aprovechar todas las ocasiones que tienen para reunirse.
—¿Sabes el lugar exacto donde lo harán?
—¿Tú qué crees? —preguntó, con una sonrisa satisfecha.
Lauren bajó la cabeza, apoyó los codos sobre las rodillas y posó la mirada en el movimiento de los cubitos de hielo cuando los hacía entrechocar al girar el vaso. Imaginó a los dos hombres, sufriendo cada cual por su hija o su esposa, y teniéndola a ella en el pensamiento como única responsable. Sabía que Jerry no hablaría del divorcio de Ally. Tampoco creía que Stephen fuera comentando curiosidades sobre con quien se entretenía su mujer y a quienes enviaba matones una vez que se volvían incómodos. Hablarían de la campaña, de estrategias finales, de elecciones, de pagos políticos. Hablarían de todo eso de lo que ella se había documentado con exactitud.
—Sigues queriendo a Ally, ¿verdad? —preguntó de pronto Dinah, buscándole los ojos.
Algo en su tono de voz alertó a Lauren. Se levantó frunciendo el ceño.
—La querré siempre —dijo, cada vez más intranquila—. ¿Por qué lo preguntas?
—Porque... —Dinah carraspeó, mientras dejaba la copa en la mesa—. Me he tomado estos días de descanso para apoyar a Mani. No quiere estar sola. Ally... Ally ha intentado quitarse la vida. —El vaso se escurrió de entre los dedos de Lauren, golpeándose y volcándose en la alfombra y derramando sobre su blancura sinuosos ríos cobrizos—. Fue hace unos días. Pero ya conoces a tu ex suegro. Ha conseguido mantenerlo en el más absoluto secreto.
—¿Qué ha pasado? —murmuró, con un hilo de voz.
—Estaba en casa de sus padres. Patricia entró en la habitación y le extrañó que hubiera cerrado la puerta del cuarto de baño. Sabía que no estaba bien, así que la llamó para asegurarse de que no ocurría nada y no obtuvo respuesta. —Inspiró al recordar las lágrimas de Normani al relatárselo—. Gritó pidiendo ayuda, echaron la puerta abajo y... la encontraron en la bañera. Se había cortado las venas.
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Donde Siempre es Otoño (Camren)
FanfictionAún tuvo fuerzas para gritar al sentir que le rompían los dedos de la mano derecha. No podía moverse. Ni siquiera para hacerse un ovillo y proteger su magullado cuerpo por si aún no se habían cansado de golpearlo. Derrumbada en el suelo de la Rivera...