-¿Qué es lo que te causa tanto pesar?- Escuchó preguntar a una voz a la distancia.
La adrenalina en el cuerpo de Joey se activó en cuanto se dio cuenta de su situación actual. Pasó de estar con sus ojos plácidamente cerrados a estar despierto en menos de un segundo. Miró todo a su alrededor para tratar de averiguar en dónde estaba y detrás de sí mismo. No había nadie pero... entonces, ¿de dónde fue que vino esa voz? Volvió a mirar las cosas que tenía a su alrededor, pero no pensó mucho en ellas. Era un lugar un tanto extraño a decir verdad. Tenía cierto parecido con el lugar que LapisLázuli creó especialmente para que ellos pudieran encontrarse por primera vez, pero había algo diferente. Ya algo más calmado y, estando 100% seguro de que no se encontraba en un lugar peligroso (al menos por ahora) tomó la decisión de explorar el lugar un poco con intención de encontrar una salida o por lo menos alguien que pudiera ayudarlo. Aún se balanceaba un poco cuando caminaba. Y se limpió algo del sudor presente en su frente con la manga de su blanca camisa, la misma que usaba para ir a trabajar. Su forma de caminar aún era algo rígida; pero poco le importaba eso ahora mismo.
Levantó la mirada y se encontró con algo con lo cual no creyó llegaría a presenciar en toda su vida. Se encontró preguntando a sí mismo durante unos breves momento si aquello que sus orbes de color avellana no le estaban jugando una mala pasada junto con su cerebro debido a lo acontecido durante el trabajo el día de hoy.
Y se encontró con un dragón. Con su dragón para ser exactos, volando por encima de él. Y era mucho más grande de lo que alguna vez pudiera haber imaginado.
El dragón logra camuflarse en el oscuro cielo nocturno con gran facilidad gracias a sus escamas también negras como el carbón. Joey juraría que si no fuera por sus ojos, rojos y brillantes cual ruby, el fuerte viento que nacía del movimiento de sus alas y el sonido proveniente de ellas, probablemente hubiera tratado de llamar su atención en lugar de solo quedarse para ahí; contemplando aquella gigantesca criatura.
Joey empezó a correr, quería seguirle el paso. Tal vez él sepa una manera de salir de aquel lugar. Se le veía volar bastante cómodo después de todo. Joey corrió y corrió, su respiración se vuelve más pesada a medida avanza. Y justo cuando se detuvo gracias a que sus piernas ya no daban para más; logró divisar otro par familiar a la distancia. Se trataba de dos cartas más de su Deck: Espada de la llama y El mago del tiempo. Ambos, a diferencia del Dragón Negro de ojos rojos, aún se encontraban en forma de cartas.
Joey juntó toda la fuerza y el aire que aún le quedaba en sus pulmones para formular la pregunta: ─¿Ustedes pueden ayudarme?─
Ambas cartas dieron un par de fugaces destellos como una especie de indicar que si, estas lo iban a ayudar. Las cartas flotaron en la misma dirección en la que el dragón negro, indicando que en efecto, ese era el camino correcto a seguir.
Aún algo agotado de correr el rubio trató de seguirles el paso. Para su fortuna, estas cartas no se movían tan rápido como su dragón. Por lo que su cuerpo no tuvo que hacer mucho esfuerzo esta vez. Joey logró ver volar por el rabillo del ojo a la carta Sombrero Mágico Blanco.
Las cartas convencieron al rubio para subir unas ya algo viejas y algo agrietadas escaleras, las cuales parecía se iban derrumbando a medida que este avanzaba, para llegar hacia lo que aparentaba ser una especie de plataforma flotante. Ya llegados a este punto, Joey había visto suficientes cosas raras a lo largo de su vida, por lo que no se iba a preguntar el cómo algo como eso era siquiera posible. Mucho menos tomando en cuenta el tipo de situación en la que se encontraba ahora mismo.
¿Era así cómo se sentía Seto cada que algo relacionado a la magia llegaba a suceder?
─¿Por qué todo es tan extraño pero a la vez familiar en este lugar?─ se preguntó Joey a sí mismo en voz alta. Total, estaba solo de todos modos. Nadie podría decirle que estaba loco.
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Golden Boy (PuppyShipping)
FanfictionJoey y Seto nunca han sido cercanos ( A pesar de los mejores esfuerzos de Mokuba). Pero la gente cambia. A veces para bien, y a veces para mal. Cuanto más observa Seto a Joey, más seguro está de que algo, un raro sentimiento para ser exactos, empiez...