Y así fue como todo comenzó (Prólogo).

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Kaiba y Wheeler, eternos rivales, se encontraron una vez más huyendo de las garras del implacable senador de la escuela. Para ser honesto, Seto nunca antes había pensado mucho en Wheeler. Siempre mantuvieron una dinámica amigo-enemigo, para disgusto de Seto. Claro, Wheeler era afectuoso, atractivo y asumía la responsabilidad de sus acciones, pero también era una fuente constante de problemas. Y no olvidemos la cantidad de veces que Wheeler lo había vencido en peleas extraescolares. "¡Que alguien, por favor, me salve de este perro rubio y loco!" Seto se lamentó en silencio para sí mismo.

Milagrosamente, habían conseguido evadir la persecución del senador y ahora se encontraban recuperando el aliento. Los pulmones de Seto todavía ardían un poco, pero cualquier alivio que pudiera encontrar fue interrumpido por las risas contagiosas de Wheeler.

—Seguro que tuvimos un viaje increíble, ¿eh?— Comentó Wheeler, con el pecho agitado mientras luchaba por recuperar el aliento.

—Supongo que sí—respondió Seto, tratando de recuperar la compostura en medio del caos.

—Bueno, al menos si nos atrapa, tienes suerte de que el senador siempre nos detiene juntos.

—¿Oh? ¿Y por qué?— Seto fijó sus penetrantes ojos azules en los cálidos ojos marrones de Wheeler, un atisbo de cansancio acechando detrás de su mirada.

—Porque, si estuvieras solo ahí dentro, sé con certeza que me extrañarías mucho—declaró Wheeler, con una sonrisa traviesa adornando su rostro.

Seto no pudo evitar reírse ante la afirmación.

—¡Ja! ¡Mira quien habla! Y…— Seto se mordió el interior de la mejilla, su mirada se volvió juguetona, incluso rayando en la traviesa. —¿Me echarás de menos?

La respuesta de Wheeler fue rápida y tajante.

—No. Estaré bien. A diferencia de ti, yo no soy un imbécil.

Seto hizo un gesto hacia Wheeler, un gesto burlón que transmitía su incredulidad. Hizo una pausa por un momento, su mirada fijada en los ojos traviesos del rubio. El salón de clases, que de otro modo estaría vacío, quedó en silencio, el aire estaba cargado de tensión. Wheeler lucía una sonrisa engreída, disfrutando de su aparente victoria. Y por un momento, sólo un momento, Seto pareció desconcertado. Porque lo que pasaba con Kaiba Seto era que destacaba por mantener la compostura.

—¿Qué? ¿Tienes miedo de que esta vez nos separemos durante la detención, Kaiba?—Se burló Wheeler, con la voz llena de picardía.

—Lo desearás, chucho,— replicó Seto, sintiendo una punzada de ofensa.

Había pasado todos sus años de secundaria y el comienzo de sus veintes diciéndose a sí mismo, gracias a las sabias palabras de su hermano, que debía evitar enamorarse y mantener sus emociones neutrales. ¿Por qué Seto debería preocuparse por Wheeler? No le agradaba, realmente lo despreciaba... ¿Verdad?

"Terminarás amando a alguien que alguna vez odiaste". Esas fueron las palabras exactas de Mokuba.

Seto tardó toda la escuela secundaria y principios de sus veintes en darse cuenta de que, por mucho que se rogase con vehemencia negarlo, no podía. Porque la verdad era que no odiaba a Wheeler. Él lo amaba. Cuanto más cruel y duro era con Wheeler, más intentaba Seto convencerse a sí mismo de que todo era una fachada, un intento de protegerse de caer perdidamente. Ese rubio problemático era como una adicción, una tentación dulce y peligrosamente distractora que Seto no pudo resistir.

A raíz de esta profunda revelación, Seto se encontró atrapado en una tempestad de emociones contradictorias. Los muros que había construido meticulosamente alrededor de su corazón, alguna vez fortalezas impenetrables que protegían contra la vulnerabilidad del amor, ahora se derrumbaron como ruinas antiguas, dejándolo expuesto y en carne viva. Fue un momento crucial, una encrucijada donde el camino por delante estaba envuelto en incertidumbre. Pero Kaiba Seto nunca fue de los que rehuían lo desconocido; era un hombre que enfrentaba sus miedos de frente, incluso cuando se enfrentaba a territorios inexplorados.

Con su nueva comprensión de sus sentimientos, el corazón de Seto latía con determinación decidida. Sabía que no podía permitir que esta revelación fuera consumida por las sombras de la duda y el silencio. No, tenía que aprovechar la oportunidad, captar el potencial de felicidad que tenía ante él. Y así, con el apoyo y la orientación de su hermano menor, Mokuba, Seto tomó la decisión de enfrentarse a Wheeler directamente.

Armado con una mezcla de anticipación nerviosa y resolución inquebrantable, Seto buscó un momento a solas con Wheeler, lejos de las miradas indiscretas de sus enemigos y del caótico telón de fondo de su rivalidad. Fue un baile delicado, navegar por la delgada línea entre la amistad y algo más. Pero Seto sabía que éste era un riesgo que debía correr.

En un rincón tranquilo del conjunto de apartamentos del rubio, un Kaiba Seto ya entrado en sus veintes se encontró cara a cara con quien, sin saberlo, había capturado su corazón. El aire crepitaba de tensión, como si el mundo mismo contuviera la respiración, esperando el resultado de este trascendental encuentro. Y allí, bajo aquel cielo nublado, Seto Kaiba descubrió su alma.

Golden Boy (PuppyShipping)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora