Pequeños Detalles.

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Hubo un tiempo en el cuál él no deseaba nada más que estar en el trabajo en todo momento.

Cielos santo. Hubieron varios años en la vida de Kaiba Seto en los que se sentía desesperadamente solo. Intentó cambiar su horario de trabajo poco antes de que su hermano Mokuba se marchara a la universidad, de 9 a 6, de lunes a viernes y, sinceramente, después de que Mokuba se mudara a Canadá para seguir con sus estudios, odiaba los viernes por el vacío del próximo fin de semana.

Los fines de semana festivos prolongados eran los peores.
Seto recordaba un fin de semana festivo que iniciaba un viernes, literalmente se la pasó sollozando en su escritorio al ver que la hora de salida se acercaba. Después de que casi todos abandonaran el edificio de KaibaCorp., él tenía que volver a la mansión. Sabía que su hermano ya no estaría ahí para él y ese pensamiento, esa sensación de frío e hiriente soledad lo estaba afectando más de lo que había previsto en un principio.

Las cosas están mejor ahora, más que nada gracias a que finalmente decidió tomar algunas sesiones de terapia para enfrentar los fantasmas de su pasado, pero nunca olvidará cómo se sintió.

El pasar de los años, envejecer, también lo habían ayudado a poner más atención a las cosas que suceden a su alrededor, a prestar más atención a las pequeñas acciones que realizan las personas. Y eso aplicaba más que nada Wheeler y su cursi grupo de amigos.
Por ejemplo, cuando alguno de ellos se detenía para agacharse y atar sus zapatos, todos, y absolutamente todos se detenían para esperarlo sin importar cuanto tiempo tomará.
Sin embargo, Yugi y Wheeler eran aquellos que siempre llamaban más su atención. Yugi, el más bajo, cuando se daba cuenta de que alguien iba a hablar en un grupo, pero se interrumpe, él procede a preguntar: “Estabas a punto de decir algo, ¿verdad?” Puede lucir como un acto bastante pequeño en sí, pero las reacciones por parte de las personas lo decían todo. Se sentían validados y la expresión en sus rostros cambiaba completamente.
Wheeler, por su parte, me intrigaba con la forma en la que trataba a los animales callejeros y vida silvestre cuando nadie lo miraba (o al menos cuando creía que nadie lo miraba). Era adorable.

Incluso si él no llega a entender del todo, Wheeler haré preguntas de seguimiento acerca del tema. Justamente hoy trate de hablarle acerca de una nueva tecnología en la que me encontraba trabajando y, aunque se notaba en su rostro que no entendía casi nada de lo que le estaba diciendo la mayoría del tiempo, él seguía prestando atención y haciendo preguntas del tipo: “¿Cómo llegaste a tener esa idea? ¿Cómo funciona exactamente tu máquina? Algunas parte de este me resultan familiar, ¿no habías intentado algo similar un par de años antes? ¿Podrías contarme más?”

Daba igual que no pareciera particularmente interesado en el tema en un principio, ya que Seto mostraba signos de estar emocionado de hablar sobre ello, y eso le daba puntos extras a aquel rubio.

Para Seto, el hecho de que Wheeler intentará mantener funcionando la conversación para evitar un silencio incómodo le resultaba realmente agradable.

La lluvia golpeaba suavemente las ventanas del departamento de Wheeler, creando una atmósfera acogedora y un tanto melancólica. Joey había invitado a Kaiba a su humilde morada como un acto de reciprocidad, ya que el rubio estaba muy familiarizado con la ostentosa mansión de Kaiba. Era justo que Joey mostrará su propio espacio, aunque fuera más modesto.

Mientras el aroma tentador de algo caliente se filtraba desde la cocina, Kaiba se dejó caer en el sofá. Aunque era un poco viejo, seguía siendo sorprendentemente cómodo, y el cansado CEO se hundió en él en busca de un merecido descanso. Joey, por su parte, se dirigió a la cocina, dejando a Kaiba solo por un momento.

—No seas tan duro contigo mismo,— comentó Joey al regresar, sosteniendo una taza humeante. Kaiba levantó la mirada para encontrarse con los ojos de su anfitrión. —Tómate un descanso, concéntrate en ti mismo y en lo que te hace feliz, cómodo y acogedor.

Kaiba soltó un bufido indignado ante la sugerencia. —Soy el maldito CEO de KaibaCorp,— respondió con un tono de voz mezcla de molestia y cansancio. —Se acercan las vacaciones de verano, lo que significa más gente en Kaiba Land. Y, aparte del proyecto del que te hablé, también tengo que pensar en una nueva atracción para mantener atraído al público en general.

Joey se sentó en el suelo frente al sofá, accidentalmente rozando sus manos con las de Kaiba. Sus ojos se encontraron, y Joey continuó jugueteando con el cabello castaño de Kaiba, mientras asentía comprensivamente a sus preocupaciones. Kaiba, sorprendentemente, aceptó el gesto de cariño sin resistencia.

Cuando era niño tenía que estudiar desde temprano en la mañana hasta la 1 de la madrugada. Si su escritura a mano no fuera del agrado de Gozaburo, entonces, rompería sus libros y notas y Seto tendría que reescribirlos nuevamente y dormir no es una opción a menos que termine de reescribir... Que ese comportamiento fuera recurrente en su hogar lo convertía en una persona rígida, práctica y que sólo buscaba la excelencia porque el fracaso nunca fue una opción. El fracaso significó recibir tratos duros. Dolor físico y emocional por venir. Mézclalo con riqueza y poder y obtendrás una combinación mortal... un niño vulnerable que se hace adulto a su manera mientras es un niño y aún sabe muy bien que perder significa un gran fracaso con consecuencias porque hay una voz que crece en su interior «"No puedo fallar porque todos me están mirando"»…

—No es el fin del mundo si las cosas no salen como esperas o si fracasas,— consoló Joey. —Es parte del proceso de crecer. No te sientas triste por ello, porque no vale la pena. Siempre puedes intentarlo de nuevo.

Esas palabras reconfortantes resonaron en el corazón de Kaiba. Al final, se había acostumbrado más de lo que le gustaría admitir a visitar el departamento de Wheeler después del trabajo. Por lo general, Joey le pedía que le enviara un mensaje cuando llegara a casa sano y salvo. A veces, si Kaiba olvidaba hacerlo, Joey le enviaba un mensaje para asegurarse de que estuviera bien.

Y Kaiba no iba a negarlo, a veces "olvidaba" enviar ese mensaje a propósito, solo para que Joey lo hiciera primero. Y cuando el rubio le dejaba mensajes de voz, eso era sin duda lo mejor de su día.

"Maldición, adoro a este hombre", pensó Kaiba mientras hundía su rostro en la almohada, sosteniendo su teléfono celular con cariño.

Golden Boy (PuppyShipping)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora