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La mañana se hizo presente y consigo, un Minho bastante dormido comenzó a escuchar un par de risas. No sabía de donde provenían y además de que eran desconocidas, simplemente se levantó, observando todo lo que había a su alrededor. Era bonito, todo estaba ordenado perfectamente y la luz del sol iluminaba toda la habitación, dando un aspecto cálido y reconfortante. Notó que estaba solo en la cama, así que optó por vestirse y verse bien para ver a Jisung, por ende, el espejo de pie lo ayudó perfectamente, aunque no podia hacer nada con su cara de dormido.

Abrió la puerta y se encontró con un pasillo, el mismo estaba oscuro, pero al salir, la sala de estar y la cocina, estaban tan iluminadas, que le sorprendió por ese hecho. Al entrar en la cocina, los dos chicos que estaban allí, se callaron de repente y Jisung se erguió, un poco asustado, ya que no esperaba que se despertara tan temprano.

—Minhonnie, buen día —saludó. El nombrado solo hizo un asentimiento, queriendo responder lo mismo, pero las palabras se quedaron atascadas en su garganta—. Oh... Él es mi roomate, Félix. Félix él es Minho, un amigo.

—Lamento si te despertamos, a veces no podemos parar de reirnos —aclaró—. Iré a mi habitación y luego vendrá Changbin. Avísame cuando este en la puerta —miró a Jisung algo asustado—. Adiós, Minho —saludó, queriendo irse lo más pronto posible.

El mayor se adentró un poco más en la cocina y miró a Jisung un poco confuso. Vió que mantuvo su promesa: el desayuno ya estaba hecho.

—¿Él estuvo aquí anoche? —preguntó con algo de temor.

—Nop, no soy de esa clase de persona, me gusta mantener demasiado la intimidad, y solo dejo que escuchen a mis gemidos los vecinos —sonrió, pero no obtuvo lo mismo por parte del Minho—. ¿Dormiste bien?

Levantó la bandeja en la que llevaba los dos cafés, un par de tostados y galletas con chips de chocolate, y se dirgió a la mesa del comedor.

—Sí, bastante de hecho, ¿qué hora es?

—Uhm... diez y treinta, ¿tienes que irte?

Ambos se sentaron y Han repartió las tazas y los tostados, dejando en el medio el plato con las galletas.

—Si, tengo que seguir trabajando, así que termino y me iré —tomó un sorbo del café, tal y como le gustaba, por ende, no le llevó ni tres minutos en acabarlo.

Jisung se sintió algo mal. Su trabajo sí que era agotador, a pesar de que recién se levantaba, podía ver que hablaba de su trabajo con una ligera tristeza.

—Tu celular está en el mueble de la entrada, de alguna manera se cayó —sonrió para si mismo al recordar todo lo sucedido—. Oh... También una mujer llamó... Varias veces, ¿Minju, puede ser? —las migas del pan se atascaron en su garganta ocasionando que el pelinegro se ahogue—. No le atendí, no quise meter la pata.

Jisung le entregó su taza, para que pudiera beber un sorbo y parar de toser, además de que le hizo un par de palmaditas en la espalda para que se calme.

—Es mi hermana —mintió.

—¿Ella no sabe lo que haces, verdad? —cuestionó con una sonrisa pícara.

—No hago nada, no es un delito.

—Buen punto. ¿No harás nada...? Quiero decir, ¿No dirás nada respecto al lugar en donde me encontraste? Cómo eres abogado...

—No, no es de mi incumbencia, Jisung.

—¿Recuerdas mi nombre, eh?

—¿Cómo no hacerlo?

Ambos conectaron sus ojos y podian jurar que un brillo en especial se había instalado en los orbes contrarios. Jisung sonrió, le encantaba el rostro de Minho dormido.

—Creo que es hora de irme.

Jisung asintió, un poco perdido.

Jamás, con ninguno de los chicos que se acostó en su jodida vida, sintió esas ganas de que se quedara. Quería preguntarle muchas cosas, de su trabajo, de su vida, de todo, pero notaba que Minho no era una persona fácil, que estaba pasando por un momento difícil. Pero no debia entrometerse en su vida, ¿qué le iba a responder si preguntaba? Era un chico muy caballeroso, pero probablemente lo mandaría a la mierda.

Vió como el pelinegro juntaba su celular que estaba en el mueble. Prendió la pantalla y notó que tenia diez llamadas perdidas de esa tal Minju. Frunció sus labios, preocupado por el mayor, quizás surgió algo importante o urgente, y ellos ahí, follando.

Le abrió la puerta y Minho salió del departamento, pero una duda existencial se instaló en su cabeza.

—¿Qué edad tienes?

Jisung largó una carcajada, pero en cuánto le tocó responder, rascó su cuello, inseguro de lo que iba a decir.

—Diecisiete...

—¿Me estás jodiendo? —preguntó alarmado, palideciendo en el momento.

—Tranquilo, tranquilo, tengo veinticuatro —elevó sus manos para acunar el rostro del mayor, para ver si se sentía bien—. ¿Y tú?

—Treinta. Dios, no me asustes así.

Jisung largó una risita y alejó sus manos al ver que el color volvia a él. Retrocedió un par de pasos, dándole más espacio.

—Perdón si te incomoda, pero... ¿debo pagarte algo?

—Nop, tranquilo, no tienes por qué, no estaba trabajando cuando me acosté contigo... Así que... —Minho asintió, con una ligera sonrisa.

—Adiós, supongo... —saludó y obtuvo una sonrisa inocente y un movimiento de mano en despedida por parte del menor.

Amagó con irse, pero Jisung lo detuvo y lo giro bruscamente. El rubio se acercó y dejó un beso en sus labios para luego susurrar.

—No quiero que pienses que soy entrometido, pero agendé mi número en tu celular, así que si quieres otra escapada, solo llámame, ¿sí?

Minho asintió y fue él quién dejo otro beso en sus labios. Observó con una sonrisa boba como Jisung corria a su departamento y cerraba la puerta.

Al salir del edificio, el frio inundó su cuerpo, así que corrió hasta su auto, y una vez dentro, revisó su celular, sonrió al ver el nuevo contacto.

"Jisunggie al rescate"

━ 𝑆𝑜𝑚𝑒𝑡𝒉𝑖𝑛𝑔 𝑈𝑛𝒉𝑜𝑙𝑦 ✧ 𝑀𝑖𝑛𝑆𝑢𝑛𝑔Donde viven las historias. Descúbrelo ahora