CAPITULO 4

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Renaciendo.
Capitulo 4.
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Un pequeño halo de esperanza había llegado para los Winslow, y fue el nacimiento de aquel bebé de cabellos rojizos dignos de su padre, nació esa bienaventurada tarde de septiembre para devolverle la vida a Elia, probablemente era lo único que podía hacerle olvidar tanto a ella como a su familia lo que habían perdido.

—..Oh, por Dios, es hermosa. —Exclamo Paulina cargando a su primera nieta entre sus brazos. Si, era una niña, aunque aquellos ojos eran un misterio, pero no había que pensarlo dos veces para saber cual fue el gen dominante en la pequeña.

—Estaba tan asustada.

—Pero ya están tu y Karen bien. —Exclamo Thomas besando la coronilla de su cabeza.

—¿Karen? —Pregunto Paulina confundida.

—Si. Asi se llamara mi hijita, suena a que será una personita traviesa e hiperactiva, mi pulguita.

Paulina se sintió acongojada, volvió a ver a la pequeña, no quería admitirlo frente a los recién estrenados padres, pero tenía un parecido con Terrence, no era fácil olvidar a un hijo, y mucho menos cuando lo veía reflejado en su hermana y ahora en su nieta.

—..Mamá ¿Me das a Karen? Quiero cargarla.

—Oh... Si cariño. —Dijo Paulina entregandole la bebé a Elia entre sus brazos, llenandola de besos y cariños, era su única esperanza ante tantas tragedias. Sus mejillitas sonrosadas y esos labios en forma de corazón, todo eso le hacia sentir dichosa, y entonces, aquellos ojitos se abrieron para ella. Aquellos ojos como el océano demostraron la marca de los Winslow.

.....
Terry se veía al espejo, forzando a sus memorias que se disolvían a que se mantuvieran en su lugar, porque no quería olvidar quien era él, porque no quería olvidar lo que le hicieron. Las pesadillas nocturnas se habían hecho recurrentes y aumentaron sus temores y los de Eleonore, quien había entrado en pánico ante las reacciones de su pequeño hijo.

Eleonore tomó al bebé para sentarse a jugar con él, la joven se había dado cuenta desde un principio que su hijo no era un niño cualquiera. Si, hacia las típicas cosas de un bebé, pero a veces su comportamiento era como el de una persona adulta, era un niño independiente, curioso y parecía que ocultaba secretos tan importantes que ni ella podía imaginarlos. El medio de entretenimiento favorito del pequeño eran tacos de madera y legos proporcionados por su joven madre, que parecía en parte conocer lo que él quería, y era sorprendente lo que el chico hacia con los mismos, pequeñas estructuras que se elevaban sobre sus pequeños pies, y engrandecían a ese adulto que vivía en su interior.

—..Que hermoso mi niño. Se parece al Empire State. —Exclamo Eleonore sorprendida de lo que su pequeño hijo hacía con destreza y sin dudar.

—"Es el empire State, querida. Fue de mis primeras maquetas , insistiré en recordar todo esto... Porque no quiero olvidar lo que fui... Porque no quiero olvidar lo que me hicieron" —Esos esfuerzos por mantenerse lucido valían oro. De noche al dormirse hacia memoria de cada momento de su vida pasada, pero los nuevos recuerdos se empeñaban en reemplazarlos.

—..Bien... Ahora intentemos hacer a las torres hermanas. —Eleonore le señalo a las mismas, las cuales se alzaban imponentemente en la ciudad. La chica con los legos empezó a apilarlos pero siempre se derrumbaban, Terry, gateando junto a ella los derribo, como rechazando el trabajo.

—.."No, no, necesita una base preciosa, y esto servirá"

Coloco una base de madera y con las pequeñas manos le señalaba donde debía iniciar la construcción. Eleonore vio confundida al pequeño, pero entendió claramente a lo que se refería, tomo los legos y reinicio la construcción, Terry empezó a aplaudir, celebrando ese pequeño éxito.

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