CAPITULO 24

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RENACIENDO.
CAPITULO 24.

Terry trago en seco al escuchar lo que Candy acababa de decirle, con sus ojos cristalizados y la voz temblorosa le declaraba las palabras más hermosas del mundo. Él con dulzura le acarició las mejillas y la acerco a su rostro para besarla al tiempo que unas lágrimas rebeldes se escapaban de sus ojos. Aquella declaración era el mundo entero para él, Candy lo amaba tanto como él a ella. Y el sentía tanta adoración por su inocencia y su forma de ser, aquello era más que suficiente para él.

—¡Hey! ¿Por qué estás llorando? —pregunto Candy sintiendo como los brazos de Terry la recorrían, parecían querer urgar dentro de ella para sujetarse y no poder soltarse jamás.

—Es que... solamente me siento orgulloso de que alguien como tú me ame —dijo Terry escondiendo el rostro en el cuello de Candy mientras esas lágrimas seguían fluyendo de sus ojos —Y de yo amarte a ti con esa misma intensidad.

Esas palabras hicieron que Candy jadeara, él le correspondía a sus sentimientos y era más que suficiente saber que no que sentían era mutuo. Ella limpio las lágrimas de sus ojos, de todas las formas y facetas de Terry, una dónde el llorara era insoportable, ya que era ver a ese hombre tan increíble derrumbarse ante sus propios miedos y dudas.

—No llores más... se supone que yo soy la llorona aquí.

—Si. En efecto eres mi pecosa llorona, solo que el hecho de que me ames es más que perfecto y suficiente para mí, Candy. Y la idea de perderte... —Jadeo solamente al imaginar a esos malnacidos arrebatarle a su pecosa, la tomo de la cintura para abrazarla nuevamente ahora con miedo —Si te pasa algo juro que me muero, Candy.

—Tranquilo Terry —dijo la chica acariciándole la espalda mientras él le daba besos amorosos —Todo va a estar bien. Y te juro que nada malo va a pasarnos mientras permanezcamos juntos.

—¿Cómo lo sabes?

—Solo confía en mí —fue la última respuesta de la rubia antes de unirse en un nuevo beso al joven que no dejaba de abrazarla.

Permanecieron varios minutos así, hasta que las lágrimas se le secaron de los ojos al joven y de que sus pensamientos solamente estuvieran en ella. Luego de esa conversación, Candy y Terry regresaron al apartamento de la rubia, sabiendo que lo que sentían mutuamente era real, y está vez, no era ninguna mentira para Terry. Realmente ella le amaba, por ser tal cual era él, pero aún así, sentía que ocultarle su identidad era como ocultarle la peor de las mentiras, y quería ser completamente sincero con la chica sobre quién era él.

Y aunque no sentía que era el momento, deseaba con toda el alma algún día cobrarle su verdad. En especial, de esa vida pasada que no dejaba de pisarle los talones y recordarle que era vulnerable.

—Pecosa... —dijo al tiempo que le agarraba de la mano —Te prometo que apenas termine todo esto no volverás a tener miedo. Y haremos justicia.

—Lo sé. Confío en que tú serás la mano que la de —contesto la chica sonriendole. Y nuevamente se declaraba ante él, no solo lo amaba, sino que confiaba plenamente en él y en su proceder —Te amo.

—Y yo a ti —se fundieron nuevamente en un beso que son ambos percatarse, tenían como testigo silencioso al padre de la rubia.

El doctor Jhonson se sentía contento de que alguien le sacará una sonrisa a su hija, en especial, ese muchachito que sus memorias habían dejado atrás hacia mucho. Solo tenía que verlo a los ojos y saber quién era y que protegería a su amada niña.

Candy se separó de él y lo vio subirse a su bicicleta para despedirse, el corazón se le rompía en pedazos ante el hecho de haberse enamorado locamente de él y no tolerar un momento sin su presencia. Escucho a alguien carraspear detrás suyo, se dió la vuelta y se topo con la sería morada de su padre.

RENACIENDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora