CAPITULO 19

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Renaciendo.
Capítulo 19

Habían pasado varias semanas desde la muerte de Susana, lo cual mantuvo en conmoción a todos los cercanos a ella. Candy se sentía triste por su perdida, ella quizás había sido su única amiga en mucho tiempo, y la depresión se había hecho de la chica. Sin embargo, Terry buscaba las formas para que la chica estuviera bien, desde simples regalos hasta el mundo si ella se lo pidiera.

Sus planes de venganza los hizo a un lado para darle atención a Candy, a su Candy, por la cual veía al mundo con otros ojos. Se dió cuenta lo enamorado que estaba de esa chiquilla y que de él dependía que no le pasará nada, quería ser el protector de su corazón a cómo de lugar, aún cuando llevaba un secreto por dieciocho años que le pisaba los talones y cuyas pesadillas le eran el recordatorio perenne.

—..Hola mamá. —Saludo Terry regresando del trabajo cansado. Guardo la bicicleta en el pequeño closet al lado de la puerta principal y entro para así tirarse en el sofá.

—Hola cariño ¿Qué tal la tarde?

—De vuelta en vuelta ¡Ah! ayude a crear una maqueta, fue increíble.

—Me encanta que te vaya bien, hijo. Y que te guste todo lo que haces —Respondió Eleonore con orgullo. Entonces se acordó de algo importante.

Hacia semanas que no veía a la chica con la que Terry andaba, le caía bien, parecía sacarle sonrisas al joven a pesar de todo. Eran de algún modo un complemento el uno del otro, carraspeo y volvió con su hijo.

—..¿Y has hablado con ella?

—¿Con quién?

—¿Con quién más, tontito? De Candice.

—Ah... Ella. —Se mordió los labios ante su pensamiento, a pesar de querer estar con ella en todo momento, quería también darle su espacio para que sobrellevara la muerte de su amiga. —Yo... la visito y le hago regalos, pero últimamente pienso que que estando sola podría...

—¿Sobreponerse? Hijo, eres una lindura y un genio, pero tan tonto a la vez. Una chica en ese estado no debe estar sola, al contrario, necesita abrazos.

—..Yo... —Quizás nunca se sentó a analizar lo que sienten las chicas. —Creí que era lo mejor.

—Pues no lo es mi vida. Y apuesto a que esa encantadora muchacha ha de extrañarte.

—¿Tu crees?

—Soy mujer, se lo que se siente. Iba a suponer que hace rato estarías en casa de tu amiga.

—No se si quiera hablarme después de prácticamente abandonarla.

—Bueno hijo.. —La rubia le sirvió panqueques bañados con chocolate y una fresa encima, incitando algo. —Averigualo y me dices —Respondió Eleonore guiñándole un ojo para retornar a su labor.

Analizo las palabras de su madre, y sí tenía razón debía animarla, debía hablarle de cualquier forma, él la había involucrado en su mundo, en su tragedia y deseos de venganza, y por ello era su deber y responsabilidad estar a su lado.

Después de cenar, se fue a su cuarto, se dió un baño y batalló consigo mismo si llamarla o no, en su deseo por ella y las ganas de tener la oportunidad de volver a tenerla entre sus brazos. Sus dedos estaban temblando de éxtasis, y entonces lo recordó. La sensación de sus labios tocando los de ella, su boca deslizándose en una danza que era conocida, pero esta tenía algo más, algo que provocaba más que mariposas en el estómago. Al final se rindió, no podía hacerlo y se sentía estúpido ¿Desde cuando actuaba así? Era todo un predicamento.

—..¿Qué te pasa Grandchester? Es solo una chica, le diste tu palabra de cuidarla. Y la dejas sola en el momento mas triste para ella.

Golpeo la almohada con furia, en todo momento de su existencia era la primera vez que una chica le hacía sentir lo que Candy provocaba en él. Y le encantaba, saber que ella iba de su lado, le encantaba hacerla enojar porque se sonrojaba de manera grandiosa, y adoraba verla reír, esas pecas que tenía en todo su rostro danzaban, pero de todo lo que mas adoro eran sus labios, eran suaves, tiernos y tenían un sabor mejor que los panqueques.

RENACIENDO.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora