CAPITULO 21

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Renaciendo.
Capítulo 21.
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Mark después de recobrar la cordura salió corriendo en búsqueda de Annie, ella quizás sabía quién había llevado todas esas cosas a su oficina. Pero todo seguía siendo de lo más confuso y aterrador, conocía esa letra ¡Era la letra de Terrence Winslow! Lo atormentaba desde la tumba, sabía lo que él le había hecho desde un principio, recordó sus ojos azules mirándole con odio, desangrándose, sus ojos que cada día le recordaba su crimen.

—..Annie... Maldición ¡Anne Brighton ! —Grito de tal modo que todos los escucharon.
La pelinegra escucho cuando él se acercaba con ira, arremetiendo contra ella sin un halo de cordura.

—..¿Qué coños te sucede?

—Él lo sabe... Nos atormenta... Quiere enloquecernos.

—¿De quién hablas?

—¡Hablo de Winslow, carajo! Quiere que nos arrastremos en el suelo, quiere vernos en el mismo lugar en donde el está.

—Maldición... Alguien lo sabe, pero no es el ¡Terrence esta muerto! Y por tu estupidez nos descubriran —Sentencio Annie con ojos gélidos.

—No recuerdo que alguien mas haya estado cuando ocurrió. Pero si no fue mas nadie entonces...

El silencio los invadió. Si era posible que él estuviera mandándole mensajes desde el mas allá, haciéndoles enloquecer hasta que ellos mismos gritaran la verdad al mundo entero. Que su crimen fuera revelado y el al fin fuera vengado.

Una risa se escucho de algún lado del piso, camino hacia el barandal que fue testigo de su propio crímen. Annie desvío la mirada y se encontró al muchachito acompañado de Richard Grandchester riendo con el resto del personal como si él fuera parte de ellos, estaba parado justo ahí, en el escenario donde Terrence había muerto. El chico de algún modo sabe que alguien lo está viendo, gira la cabeza y ve hacia arriba, Annie sujeta el barandal al descubrir esos ojos azules intimidantes, como si supieran la magnitud del secreto que ella y Mark ocultaban y sus intenciones. La pelinegra se alejo, sintiendo cada vez más miedo de lo que estaba pasando, porque todo se debía a él.

El resto del día había sido completamente escalofríante para Annie y Mark, ellos queria saber quien era el responsable de esos mensajes aterradores, pero por otro lado, Terry le seguía los pasos cada vez mas cerca. Pero por un instante, quiso distraerse de su venganza, esos ojos verdes que le robaron el sueño eran el consuelo de sus pesadillas.

Ese día, se decidió a cortejarla cómo era debido, ya le había robado besos y aliento, ahora quería robarle el corazón a cómo de lugar.

Espero a que se hiciera de noche, pedaleo luego de sus entregas hacia el departamento de Candy, para su suerte, no le sería difícil trepar hasta su ventana, quería ser romántico con ella y llenarla de amor. Quería que todo lo que concernia a su pecosa fuera real y no una fachada, realmente quería enamorarla por completo y ella le fuera concedida a sus sentimientos. Estacionó la bicicleta en un lugar seguro y se dió a la tarea de subir las escaleras contra incendios del edificio, siendo precavido en cada uno de sus pasos, llegó justo al sitio que esperaba, la habitación de Candy, sonrió al ver a esa chiquilla revisar fotos tan apasionadamente ¿Quién iba a pensar que eso que tanto amaba la metería en problemas? Tocó la ventana y atrajo la atención de la chica, quien rápidamente se puso de pie para abrirla y darle paso a su desprevenido invitado.

—¡Terry! —Exclamo la chica con sorpresa —¿Qué haces aquí? ¿Y por qué viniste así?

—He venido a verte. La verdad es que... —el muchacho entro a la habitación y se acerco a Candy, tomando su rostro entre sus manos —No se que me sucede.

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