¡La Verdad!

1.8K 97 14
                                    

Luego de saber que Marcia recuperó la consciencia, Esteban no duda en visitarla. Quería cerciorarse de que se encontrara fuera de peligro. Presenciar cómo luchaba para mantenerse en pie y luego verla desmayarse entre sus brazos, lo tenía atemorizado.

Pese a la buena atención de los doctores, él no sabía cuánto había sufrido su mujer encerrada. Si la habían golpeado, torturado o incluso violad... Agita la cabeza evitando llenarse de pensamientos negativos que sólo le provocan más dolor y culpa.

Por un momento pensó que estaban bien, que podía olvidarse del pasado e intentar revivir ese amor que alguna vez los llenó de felicidad. Sin embargo, siempre ocurría algo que lo bajaba de la nube regresandolo a su cruda realidad y en esta ocasión fue la prueba que le mostró Lucrecia. Todo ese resentimiento y ese dolor regresaron con mayor intensidad, robandole la poca tranquilidad que le quedaba. No podía siquiera ver a la ojiverde a los ojos sin gritarle todo lo que sentía, por eso salió corriendo de la empresa, ignorando los gritos desesperados de Marcia, quién angustiada, lo perseguía. Prefirió encerrarse en su dolor sin darle oportunidad de explicarle y gracias a su egoísmo, ahora la tenía tendida en una cama de hospital.

Apoya las manos en el cristal y deja correr las lágrimas por su rostro. Se veía tan frágil que un nudo se forma en su garganta.

Si tan sólo me hubiese quedado a escucharla...

Su mente le juega en contra a cada instante, volviéndose un tormento, pero lo hecho, hecho estaba. Cometió un error y este era el resultado.

–Hola –toca entrando a la habitación –¿Cómo te sientes? –pregunta tomando asiento al lado de la cama.

–Siento que volví a nacer –dice con lágrimas en los ojos. Todo había sucedido tan rápido que aún no se recuperaba del shock. Estando en ese horrible lugar creyó que perdería a sus hijos nuevamente, esta vez para siempre. –Sabes, tengo la misma sensación de cuando salí de la cárcel.

–Fue un milagro haberte encontrado –responde igual de afectado que ella.

Aunque el dolor por la traición seguía presente, el miedo a perderla pudo más que cualquier otro sentimiento negativo y tenerla frente a él, recuperándose, era todo lo que necesitaba para estar tranquilo.

–¿Tú me encontraste? –frunce el ceño.

–Si –asiente entre lágrimas.

–Lo último que recuerdo son las luces de un carro que casi me atropella.

–Fui yo, tratando de encontrarte –explica con la voz quebrada. –hasta que te encontré.

–Pensé que me habías abandonado otra vez –dice entre sollozos. –Pensé que no querías verme después de las mentiras de Lucrecia, porque esos resultados...

–No, no –la interrumpe –no hables, en este momento lo más importante es que tú estés bien, que te recuperes pronto.

Marcia asiente sin decir más. Las gotas saladas no se detienen, sus ojos parecen un par de cascadas, al igual que los de Esteban quién no se cohibe y deja salir lo que lleva dentro.

Ambos estaban pasando por un trágico momento, los fantasmas del pasado ligados con lo vivido del presente, habían conseguido dejarlo más afectados. Las mentiras que los rodeaban, ahora dolían más. Dolían porque a pesar de querer negarlo, el intenso amor que algún día compartieron seguía vivo, más vivo que nunca, y le quemaba la piel saber que, por más que lo intentaran, simplemente no podía resultar.

Al día siguiente la abogada despierta con un fuerte dolor de cabeza y en el brazo herido. Con dificultad logra sentarse en la cama y suspira al encontrarse sola, por un instante creyó que Esteban había pasado la noche a su lado.

LM One Shot Donde viven las historias. Descúbrelo ahora