Vecino Infernal I

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Termino de contar mis ahorros que apenas me alcanzan para la mitad de los gastos mensuales. Este último año no ha sido sencillo y la muerte de mis padres complicó todo. Si para fin de mes no consigo el dinero restante, tendré que dejar la universidad y conseguir un trabajo de tiempo completo.

El salario que recibo por trabajar en la cafetería por las noches apenas me alcanza para comer y las labores que realizo en la iglesia de la comunidad pese a dejarme gran satisfacción, no me dejan ni un peso.

Con mis padres vivos todo era diferente. Los trabajos de mesera me alcanzaban para darme algunos gustos y de vez en cuando colaborar en la casa. Mi único objetivo era estudiar y sacar el máximo de puntuación para mantener la beca que obtuve luego de terminar la preparatoria. Y no, no deseo abandonar mi sueño ni lo que he conseguido hasta este momento; estoy a pocos semestres de graduarme como abogada en la mejor universidad de México, sería estúpido abandonar todo ahora, pero no tengo opción.

El aire frío me eriza la piel, observo por la ventana la oscuridad que traen consigo las nubes. Se acerca una tormenta.

Me levanto de la mesa y camino hacia el balcón. El aire aumenta ondeando con fuerza las camisas que tengo tendidas. Descalza, con unos cortos shorts algodón y una camiseta sin sostén salgo al balcón descolgando rápidamente la ropa. Estar en el último piso me permite andar a mis anchas sin preocuparme por quién pueda verme.

Tambaleo con el estrepitoso viento que sacude todo a su paso. Un fuerte ruido me hace saltar consiguiendo que aumente mi estrés al ver la puerta cerrarse en mis narices.

¡Genial, ahora estoy atrapada!

Y como mi mala suerte no es poca, la lluvia se desata con fuerza. En pocos segundos estoy empapada de pies a cabeza, con el cabello pegado a mi rostro y temblando de frío.

-¡Maldición! -tiritando, me abrazo a mí misma.

-¿Problemas?.

Volteo el rostro buscando la dirección de la voz, aunque no es muy difícil de descifrar pues la conozco perfectamente. Esteban Lombardo está en el balcón vecino, con su estúpida sonrisa en el rostro.

-Fíjese que tenía calor y se me antojó tomar un baño al aire libre -ironizo.

-¿Ya te bajó la calentura? Estás temblando. -sigo el recorrido de sus ojos en mi cuerpo. ¡Si será descarado! Rápidamente cubro mis senos; la camiseta se pegó a ellos transparentando todo y mis pezones se perciben con facilidad.

-¿Por qué no entras a tu mansión y me dejas en paz?.

-Lo haría, pero no quiero cargar en mi conciencia la muerte de alguien.

-¿Perdón?.

-Te quedaste atrapada con esta lluvia y si no sabes contar, te enumeraré todas las posibles muertes que puedes tener antes de ser rescatada, si es que pasa.

-No necesito que me diga nada, déjeme en paz, ya veré yo como me las arreglo... ¿Qué haces? -abro los ojos cuando lo veo subirse a la barandilla metálica.

-Dame la mano.

-No -doy un paso atrás.

-No seas terca -insiste -puedes cruzar por aquí para regresar a tu departamento.

-¿¡Entrar a tu casa!? -niego -Gracias, pero no quiero lidiar con víboras en mi único día de descanso.

-Lucrecia no está. -ríe -anda, sólo quiero ayudarte. -dudo y continúa -estoy solo en casa y hasta el momento no tengo características reptilianas.

Su chiste no me provoca gracia. Llevo meses lidiando con la prepotencia y el mal humor de su hermana, todo por un estúpido departamento que necesita para agrandar su propiedad.

LM One Shot Donde viven las historias. Descúbrelo ahora