Advertencia

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—¡Marcia! —el grito de terror de Esteban es desgarrador. Su corazón late con fuerza y sus ojos se niegan a abrirse cuando escucha el chillido de las llantas marcar el pavimento.

El auto desaparece de su vista y corre al otro lado del estacionamiento dónde se encuentra la madre de sus hijos y ahora prometida tirada en el piso.

—Marcia, ¿estás bien? —la levanta asustado. —¿Te hicieron algo? —sus ojos la inspeccionan buscando alguna señal de afección.

—Eh... estoy bien —tartamudea. El susto le impedía hablar con claridad.

—¿Qué es esto? —frunce el ceño tomando la nota que se encuentra en el capó del auto de la abogada. —Estás advertida, a la próxima no vas a tener tanta suerte... ¿Qué significa esto?

—¿La edad te afectó la vista? —le arrebata la hoja — Claramente es una amenaza, otra de las amenazas que he estado recibiendo desde que regresé al país. —hace un mohín por el dolor —Uno de tus amigos me ha estado amedrentando para que abandone la ciudad.

—¿Vas a seguir con eso? —niega —igual podría pensar que es otro de tus actos desesperados para llamar mi atención.

—¡Ay por favor, no seas ridículo! —dice enojada —¿Crees que enviaría a alguien a atropellarme? ¡Casi me matan, imbécil!.

—Cuidado —la sostiene rápidamente cuando se tambalea —¿Te duele algo? Dime que te duele, te llevaré al doctor.

—No es necesario, —se suelta de su agarre para apoyarse en el auto —puedo sola.

—Claro que no, ve nomás como estás. A ver, déjeme ayudarte.

—No necesito tus falsas preocupaciones, sabes que odio la hipocresía.

—Te llevaré a tu departamento —niega —¿Segura que no quieres ir al doctor?.

—Que no.

—Mañana me encargaré de revisar las cámaras de seguridad. No entiendo como es que pudieron apagar las luces del estacionamiento.

—La persona que lo hizo conoce todo el sistema, tiene que trabajar aquí.

—Lo voy a solucionar —asegura mientras la ayuda a entrar al auto.

El camino es largo y silencioso, había demasiada tensión en el ambiente. Duda, incertidumbre, corajes, odio y amor, demasiados sentimientos reprimidos para dos personas de carne y hueso.

Entre ellos existe una larga brecha que los separa, obligándolos a tomar decisiones a veces incorrectas y dolorosas, pero lo preferían así.

Poner sobre la mesa sus verdaderos sentimientos no era una opción viable.

—¿Desde cuando me dijiste que te están amenazando? —rompe el silencio.

—Desde la cena. —toma asiento —Al día siguiente de citarlos en el hotel comencé a recibir anónimos.

—Debes tener cuidado Marcia. —dice preocupado.

—A mi no me digas lo que tengo que hacer. —responde a la defensiva.

—Sólo quiero protegerte.

—Un poco tarde, ¿no crees?. Cuando debías hacerlo saliste corriendo.

—Estás imposible —niega caminando hacia la cocina para buscarle agua.

—¿Y qué quieres? ¿Que le de el gusto a mis enemigos? No Esteban, veinte años encerradas no son sencillos de olvidar y no voy a descansar hasta desenmascarar al verdadero asesino de Nicolás.

LM One Shot Donde viven las historias. Descúbrelo ahora