Vis A Vis II

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Pudo sentir sus pasos mientras se adentraba en la pequeña estancia y cerraban la puerta detrás de ellos. El verlo tan cerca le hizo caminar hacia atrás, aunque la cama le impidió alejarse lo suficiente.

Ella no podía hablar debido a la sorpresa. Él por su parte, continuaba nervioso y todos los posibles escenarios que creó para entablar una conversación con ella cayeron a sus pies luego de verla.

Parecía irreal tenerla nuevamente en frente suyo. Tenía el cabello más largo y ya no llevaba el flequillo que le daba ese aire inocente, pero continuaba igual de bella con las largas ondas castañas cubriendo sus hombros. Ni la falta de maquillaje ni el horrible uniforme naranja ocultaban la belleza natural de Marcia Cisneros, esa que lo enamoró desde el primer día.

–Marcia... –una sonrisa esperanzada se asomó en su rostro mientras daba un paso adelante.

–No te acerques –interrumpió borrando cualquier tipo de emoción en el empresario. –¿Qué haces aquí?.

–Es una larga historia –respondió despacio. –Si nos sentamos puedo explicarte todo.

–¿Qué te hace pensar que quiero escucharte? –dijo a la defensiva. –De ti sólo me importan los hijos que compartimos, hijos que me negaste y por lo visto seguirás haciendo, porque no están aquí.

–Marcia... –intenta hablar. Nuevamente es detenido.

–Vete Esteban, no quiero escucharte.

La ojiverde mantenía una postura tan tranquila que el moreno sintió miedo. Había conocido muchas facetas de su ex mujer, pero esta tan pasiva no y no sabía que consecuencias traería para sus vidas.

–Debes hacerlo. Necesito que lo hagas –insistió.

Ella sólo pudo reír.

–Escucharte –dice sin borrar la sonrisa de su rostro. –¿Recuerdas cuántas veces te pedí yo que me escucharas? ¿Qué creyeras en mí? Pero, ¿qué hiciste? Darme la espalda y abandonarme.

–Me equivoqué, lo sé, pero ahora es diferente.

–¿Por qué es diferente?¿Porque eres tú quién quiere hablar? Estos años me sirvieron para darme cuenta de muchas cosas y una de ellas es que no quiero nada que venga de una persona tan prepotente como tú, ni siquiera palabras.

–Maldita sea, déjame hablar –se adelantó a tomar su brazo. Entendía su enojo y estaba dispuesto a escuchar todos sus reproches, pero no ahora. –Estoy aquí para aceptar mi error. Me equivoqué, sí, nunca debí desconfiar de ti y sé que probablemente no me alcance la vida para pagar por ello. También tengo presente la posibilidad de que no me perdones, pero no me importa porque lo único que quiero es sacarte de aquí y que regreses con nuestros hijos.

–¿Qué estás diciendo? –escucharlo nombrar a sus hijos logró derribar varias de sus barreras y ahora las lágrimas corrían por sus mejillas.

–Que haré todo lo posible para que seas libre –aseguró pasando los dedos por su piel, limpiando así el rastro de lágrimas. –Me equivoqué en todos los sentidos y estoy aquí para remendar mi error.

–¿Por qué ahora? –soltándose lentamente del agarre que los mantenía unidos, se sentó en la cama.

–Porque hasta ahora me percaté de lo estúpido que fui durante todos estos años –confesó sentándose a su lado. –Hasta ahora entendí que el enemigo está bajo mi mismo techo y el único culpable de todo fui yo por no confiar en la mujer que amaba, que amo porque pese al rencor, nunca dejé de amarte.

–No puedo culparte por ser un estúpido cuando yo te acepté así –sonrió entre lágrimas.

–Mi vida –acarició su mejilla igual de emocionado –no tienes idea de lo mucho que extrañaba tu sonrisa, aunque tengo una mini copia de ella en casa –dijo ensanchando la sonrisa –pero ninguna se compara a la tuya.

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⏰ Última actualización: Aug 31, 2023 ⏰

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