Quién Ama No Abandona

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–¿Contenta? Ya conseguiste lo que querías. –dice cuando la ve salir del baño.

–Fíjate que aún no –se acerca –estaré
feliz el día que tenga el amor de mis hijos.

–Ellos te odian. –se levanta de la cama quedando a su altura.

–No por mucho tiempo –levanta el rostro para verlo mejor –sabré ganarme su cariño.

–¿Y el mío? –pregunta agarrándola del
brazo para pegarla a él –porque podrás engañar a todos menos a mí.

–Ay Esteban –ríe negando. Apoya las
manos en su pecho y se pone de puntitas para hablarle cerca del rostro –tu amor ya no me interesa y me importa muy poco lo que pienses de mí, porque como te dije una vez, tengo la conciencia tranquila –roza sus labios provocándolo –En cambio tú te estás pudriendo por dentro.

–Estás mal de la cabeza.

–¿Me vas a negar lo obvio? Te conozco
perfectamente y sé que mueres por
besarme, por hacerme el amor –sonríe
sobre su boca –pero tu estúpido ego de
"'hombre herido" te lo impide.

–Me traicionaste y tiene el descaro de
reírte en mi cara. –comenta provocando que la sonrisa de la pelirroja se amplíe. –No te voy a permitir que..

–¿Qué? ¿Qué no me vas a permitir –cuestiona retandolo –Ya te debería quedar claro que yo hago lo que se me pegue la gana.

–Entonces yo haré lo mismo –sin más
ataca su boca besándola con ansias.

En la intensidad del ósculo se puede
apreciar rabia, dolor, rencor. Todo ese
cúmulo de sentimientos que ambos
habían guardado por años y que pese a
todo, no los había podido consumir porque la pasión seguía intacta, tal como el primer día.

–Estos besos no significan nada –dice entre besos.

–Para mí tampoco –responde sin soltar sus labios.

–Ya caí una vez –enreda los dedos en su
cabello jalandolo –No comereré la misma locura dos veces.

–Puede ser estar segura que yo tampoco. –muerde su labio inferior.

Con una mano toma su cintura y la otra la apoya en la cama dejándose caer
suavemente. Sin dejar de besarla se
acomoda sobre ella permitiéndose pasar las manos por su cuerpo por primera vez después de mucho tiempo.

–Bravo papá –la voz de Hugo provoca que se detengan. Esteban sale de encima de Marcia mientras ella se acomoda el camisón, viendo cómo su hijo los observa con desprecio –cada día te superas en lo que a decepcionarnos concierne. No sólo te casas con la busca billetes a escondidas, sino que la metes en la casa, en la habitación que compartiste con nuestra madre.

–Hugo, yo no pretendo ocupar...

–Ay cállese señora, no estoy hablando con usted.

Las palabras de su hijo se le clavan como puñal en el pecho, agudizando el dolor de no haberlos tenido cerca en veinte años.

–Te callas tú –alza la voz Esteban –estoy
harto de las faltas de respeto de todos.
Marisa es mi mujer y no voy a permitir una ofensa más hacia ella. –dice tomándola de la cintura.

–El respeto nos los faltaste tú cuando la
metiste a esta casa, ahora te aguantas.

–¡Basta! Salte de la habitación ahora mismo.

–No lo dudes, en mis planes no está ver
como se revuelcan. Me dan asco –dice
cerrando la puerta de un tirón.

–Marcia, Marcia –rápidamente la sostiene cuando ella se desploma en sus brazos. Como acto reflejo la carga y la recuesta sobre la cama.

–Esteban... –dice en un susurro.

–¿Estás bien? –acaricia su mejilla.

–Nno –se sienta –Hugo... –su barbilla
tiembla debido al llanto que no tarda en aparecer.

–No le hagas caso.

–Me desprecia –solloza.

–Tranquila –la abraza –tarde o temprano se acostumbrarán a tu presencia, sólo dales tiempo.

–Ya perdí veinte años, –dice separándose –no pedo seguir tragándome todo este amor que tengo para darles.

–Decirles la verdad no es una opción.

–Eso ya lo sé –limpia su mejilla –nunca
debiste ocultarles la verdad.

–¿¡Y qué querías!? ¿Que les dijera que su madre es una asesina? ¿Que estaba
cumpliendo una condena por matar a su amante?.

–¡No! Yo no... –su voz se corta y termina
por quebrarse. Sabía que la decisión tomada no sería fácil, pero una madre nunca está preparada para el rechazo y desprecio de sus hijos.

–Mira, no estoy nada contento con todo
esto, pero no puedo negarte el derecho
que tienes como madre. Aunque no me
agrade la idea, intentaré que ellos se acerquen a ti. Sólo dame tiempo.

–No te creo capaz de ayudarme.

–¿Por qué no?.

–Porque tú también me odias, no confías en mí, nunca lo hiciste.

–Ha pasado mucho tiempo.

–Si, pero hay sentimientos que nunca cambian, por más años que pasen.

–¿Como el amor?.

–Como el amor que pudimos tener y
decidiste arruinar. –dice notablemente
afectada.

–No fui yo quién lo arruinó.

–Si fuiste tú –lo mira a los ojos –cuando
alguien ama de verdad, no duda, no
traiciona, no abandona..

LM One Shot Donde viven las historias. Descúbrelo ahora