Boda Fallida

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—¿Qué haces aquí?. —pregunta sin moverse de la puerta.

Esteban da un paso hacia adelante. Milímetros separan sus cuerpos y él debe bajar la cabeza para conectar sus miradas.

—¿Me permites?.

La cercanía pone nerviosa a la abogada, quién incómoda se remueve haciéndose a un lado.

—Te hice una pregunta —cierra la puerta —¿A qué viniste?.

—A pedirte una disculpa. Fue una imprudencia de Lucrecia invitarte a ese show y sé que lo hizo para lastimarte.

—No, no —ríe —lo que hagas o dejes de hacer ya no me afecta. —asegura acercándose a él. —De igual forma agradezco que te tomaras la molestia para venir hasta aquí en tu noche de bodas.

—Paula y yo no nos casamos.

—¿No? —sonríe cruzando los brazos.

—No voy a permitir que Lucrecia maneje mi vida a su antojo.

—Vaya, esto sí es una sorpresa. Lo que agradezco es que hayas tomado esa decisión. Esa boda express sólo iba a traerte problemas con nuestros hijos.

—Lo sé...

El silencio se apodera de la habitación de hotel por un par de segundos. El ex matrimonio se mira, la tensión aumenta.

—Bueno —aclara su garganta —si es todo...

—No. —en un impulso toma su brazo. El torpe gesto provoca el inevitable coche de sus cuerpos —¿De verdad no te molesta mi compromiso con Paula?.

—¿Por qué habría de molestarme la vida de un hombre que me abandonó a mi suerte? Por muchos años sufrí tu abandono, pero ya no más —dice sobre sus labios. —No hay nada que puedas hacer que cambie mi percepción de ti, al contrario, con tus acciones sólo incrementas mi odio.

—Entonces si te afecta.

—No hablo de tu compromiso, no seas ridículo —rueda los ojos —¿Sabes qué? No quiero verte. Vete, déjame sola.

—No puedo.

—No puedes —lo remeda y ríe —¿Qué buscas Esteban?.

—Nada, sólo quiero... —sus palabras quedan en el aire cuando sus ojos comienzan a recorrer el cuerpo de la que un día fue su mujer. Llevaba una bata de dormir y podría jurar que debajo de ella, nada más cubría su cuerpo.

Las noches de pasión compartidas dos décadas atrás se apoderan de su mente. Tenerla tan cerca de pronto se convirtió en una tortura, en una tentación.

—¿Me.. —traga saliva antes de continuar. Sus dedos pican por acariciar la tersa piel —..me invitas a una copa?.

—Claro.

Confundida e incómoda se suelta de su agarre para regresar a la mesa cerca del ventanal donde estaba antes de recibir la visita del empresario.

Toma una nueva copa y vierte vino en ella antes de rellenar la suya.

Esteban recibe la bebida y toma de ella sin quitarle los ojos de encima a la mujer que imita su acción.

Sin percatarse, ambos dejan las copas vacías. Había demasiada tensión entre ellos y sus profundas miradas desnudándose hasta el alma les impedía pensar con claridad.

La pelirroja es la primera en dejar la copa sobre la mesa, seguida por el moreno quién torpemente deja caer el cristal al piso por no atreverse a quitar la mirada de Marcia, pero ni siquiera el estruendo del vidrio haciéndose añicos en el piso los saca de su burbuja y ellos, como si estuvieran poseídos, se acercan por completo hasta que sus labios se encuentran.

LM One Shot Donde viven las historias. Descúbrelo ahora